Historia de la emancipación del Perú: el protectorado

PLANES Y APLAZAMIENTOS 265 VII El comandante Delgado trató de desvanecer los temores y des– confianzas que a diario manifestábanle el virrey y 1os demás je– fes superiores. Amante de sus subalternos, eminentemente leal y nob1e, digno y caballero, siguió creyendo que los numantinos encar– celados eran inocentes; y no vaciló en ofrecer su garantía personal plaza, sorprendiendo al palacio, jefes y cuarteles, y convocando al pueblo; otro, tomar el castillo del Callao; otro, dirigirse por el valle de Jauja y reu_ nirse en Huancavelica (con Arenales); y el último, pasarse a ese ejército. Y, no obstante la bella ocasión que al presente tienen para éste (cuando el Nu.. manda estaba ya en el valle de Chillón), por hallarse avanzados y a una dis– tancia de dos o tres leguas, no se determinan a ejecutarlo. Forman varios motivos o pretextos, siendo uno de ellos el de la prisión o arresto de algunos oficiales, y la deserción de varios sargentos y cabos, que hacen considerable falta . Lo peor de todo es que cada día están más expuestos a ser víctimas de una vil delación o de tma sorpresa imprevista, sin fruto y sin gloria".– Bibl. cit., doc. MS. núm1. 26.-En la propia carta, que es del 6 de noviem– bre, el mismo patriota argentino, desesperado por la lejanía de la empresa, exclama: "Hasta ahora nada se ha avanzado: todo ha quedado en puras con. versaciones y deseos . La irresolución de los oficiales que podían dirigir y dar impulso al suceso, ha hecho perder varias coyunturas que brindaban la eje.. cución. En vano se les ha estimulado con generosas ofertas y garantías, y con la gloria que adquirirían. Todos quieren sacar la brasa por mano ajena, y, por otra parte, cada uno pretende la preferencia. Por más que se les ha convencido, con poderosas reflexiones, de la necesidad de fijar un plan, y, sobre todo, de nombrar un jefe o cabeza que organice, delibere y mande las medidas que deben tomarse y los pasos previos que deben efectuarse, no ha podido conseguirse hasta el día, de forma que nada más se hace que aumentar, con el rumor que se deja sentir, las sospechas y vigilancia del gobierno, que ya tiene antecedentes y aun avisos ciertos" ... Era este desconsuelo, hijo de una causa efectiva, reducida a la ignorancia en que el grupo de Otero, que era el de Campino y López Aldana, estaba de los trabajos hechos por los ''ca_ rolinos'' y "copetudos", quienes, ya distanciados de los "forasteros" por su espíritu absorbente, imperioso y díscolo, tenían decidido obrar solos y por su propia cuenta . De ahí las lamentaciones de Pardo, Prieto y Cía, y aun las injustas y duras inventivas que contra los limeños estamparon en sus comu– nicaciones a San Mar tín, muy especialmente contra aquellos que, como Die– go Aliaga y Lorenzo Lequerica, habían ofrecido el dinero suficiente para el caso; dinero que estos negaron a sus rivales, pero que ofrendaron oportuna y generosamente a sus amigos (Paredes, Mariátegui, etc.). Hemos visto en otra parte esos desahogos, de que no hay para qué hablar aquí; y bástenos, por el momento, reproducir 'ios siguientes venenosos párrafos de las cartas de N.L. y de López Aldana-Campino: "Este pueblo sin ideas (dice el primero) , do– minado por el influjo del caudal y los empleos de los españoles, tiene, con to– do, buenas disposiciones. Faltan en él hombres generosos y aun de mediana resolución, y llega esto hasta el extremo de que, entre los muchos patriotas

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