Historia de la emancipación del Perú: el protectorado
PLANES Y APLAZAMIENTOS 273 Marcharon, de ese modo, el Numancia delante y Alvarado con sus seiscientos y tantos jinetes detrás, primero de Retes a Basurto (lo mismo que Valdés); después de Basurto a Palpa; luego de Pal– pa a Trapiche Viejo en cuyos alfalfares habían de apacentarse las caballadas españolas; y, en fin, de Trapiche Viejo a Asnapuquio. En la hacienda de Palpa había Valdes reunídose (2 de diciembre) con otro escuadrón del Dragones del Perú (mandado por el tenien– te coronel dón Ignacio Landázuri y enviado de Lima como refuer– zo); escuadrón con el cual Va'ldés había abandonado a Palpa para seguir hasta Asnapuquio. Dos leguas separaban así al Numancia de Valdés y de su fuerza. El mismo 2, el batallón retrasado acampó al pié de la "cuesta escabrosa" de Huacho (así con razón califícala Camba), para, con la fresca de la madrugada, esto es, sin la molestia, la sed y la fa– tiga del excesivo calor del día, vencer aquel obstáculo de la senda, desastroso para meros infantes. XIII Eran, más o menos, las doce de la noche del 2 (22), y Delgado dormía a pierna suelta, abrumado de cansancio, lo mismo que los pocos oficiales sus compatriotas, cuando Heres y algunos de sus correbeldes penetraron en la tienda de aquel jefe y lo intimaron a desarme y detención. Simultáneamente hacíase lo propio en los res– pectivos alojamientos, con los otros cuatro subalternos penihsula- res. Dícese quet con toda consideración y sin violencia, Heres, procuró ante todo persuadir a su jefe, "con quien tenía amistad íntima" de la necesidad "del movimiento que iba a efectuarse"; y que "la repulsa de Delgado fue terminante" y que el tal jefe "se convino en ir preso, renunciando a la libertad que le otorgaban los oficiales para que se volviese a Lima" ( 23). Sea de el'lo lo que fuere, resultó que, ya entrada la madrugada del 3, quedaron presos y amarrados los chapetones del Numancia, y dió este cuerpo el frenético grito de "¡viva la Patria! ¡muera el Rey!"; grito que, coreado a grandes voces por la tropa entera - ve– nezolana, según se ha expresado - resónó en aquellas soledades ex– trañamente, bajo el manto de las tinieblas de la noche. Inconti– nenti, procedió el Numancia a desandar lo andado. Prevenidos an- (22) ''Antes de la madrugada", dicen claramente Mendiburu (Dice. t . I II, pág . 10) y otros . ~23) Mendiburu, Dice. t. III, pág . 10 .
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