Historia de la emancipación del Perú: el protectorado

282 GERMAN LEGUIA Y MARTINEZ racterísticas diametralmente contrarias, ya que, a diferencia de Cor– tines, era cobarde, metalizado, falso, torpe de inteligencia, sólo so– bresaliente en las dotes animales (6); corrompido y vicioso. Jugador empedernido, vivía hambriento y sediento de dinero, para, en un des– quite que nunca le venía, porque su estrella de tahur era negra y tor– mentosa, reponer las sumas - relativamente ingentes para su media– na condición de coronel graduado, para su sueldo y posibilidades - con frecuenc.ia perdidas en los garitos de las poblaciones o en las timbas c1andestinas de cuartel. Este hábito funesto inclinólo, aunque español de nacimiento, a penetrar en la senda oscura y estrecha de la traición, si bien sólo en la apariencia, como demostráronlo sus actos posteriores, pues parece que, aunque completamente compro– metido con los independientes que solicitaron sus servicios, fué siempre un estorbo para Cortines, a cuyos sinceros propósitos de propaganda y de acción separatista, opuso siempre multitud de apla– zamientos y de moratorias. V Quien creyó tener la gloria de haberse conquistado a este mi– serable, fué el gran patriota limeño Dr. D. Fernando Urquiaga. Granae y antiguo amigo suyo, y casual conocedor de sus costum– bres y fracasos garitescos, de su codicia, apuros y necesidades, juzgó útil el tentarlo a la defección, y tentólo decididamente en cierta oca– sión favorable . Cuéntase en efecto que una noche, abrumado por pérdida cuantiosa, y no poseyendo ya un maravedí con qué fatigar a la desdeñosa suerte hasta forzarla a un benévolo cambio, Santalla habíase entregado a la desesperación, con extremos en cuya gravedad creyeron todos los circunstantes. "No hay que afligirse, amigo mío, (6) Según Miller, Santalla era "hombre de grande estatura y tenía las fuerzas de un gigante", al extremo de que "podía, con dos dedos, partir un peso duro, en dos pedazos y romper una baraja en dos mitades"; sólo que "su pusilanimidad era mayor que su fuerza personal'': Memorias, t. I, ed. londL nense de 1829, pág. 316.- Paz Soldán expone, más o menos, lo mismo: ''Lo que a Santalla, dice, le faltaba de fidelidad, honradez e inteligencia, le sobraba de fuerzas corporales" .- ''En este hombre, agrega, dominaba la parte bruta a la intelectual", pues •'sus fuerzas eran las de un Hércules", y "doblaba, con tres dedos, una moneda de un peso fuerte; rompía un naipe con tanta facilidad co– mo si fuera una delicada tarjeta; levantaba en los aires a un hombre con una sola mano, y podía aventarlo a la distancia como un bulto de poco peso''.- En fin, ''tenía tanto créditO por sus fuerzas, como (descrédito) por su cobardía'': Op. cit., t. I, pág. lti.- Ya veremos el papel tristísimo que este zurriburri cqdicioso ·y pedigüeño hizo en . el sur, con ocasión de la segunda expedición de Miller .¡:¡, J~a.. · ·

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