Historia de la emancipación del Perú: el protectorado
284 GERMAN LEGUIA Y MARTINEZ VI Comenzó entonces la serie de pedidos del "embaucador" (9), por supuesto exigente insaciable; y, con aquéllos, otra serie de pos– tergaciones y relatos fabulosós, dirigidos a mantener vivas la ilu– sión y la esperanza de los patriotas, que en ello creían facilitar Y redondear el consabido plan de San Martín. La gruesa guarnición de los castillos, que, compuesta de los batallones Arequipa y Cantabria, de la compañía de granaderos del batallón del Número, de un pi– quete de caballería, y del gremio de obreros armados y disciplina– dos de la maestranza correspondiente, fué en un principio el gran pretexto con que Santalla pudo astutamente ir posponiendo la rebe– lión que se le exigía, y arrancando a sus cómplices de fuera erogacio– nes apreciables, so color de tener que seducir y .oalagar a los oficia– les y a las tropas. A ese pretexto, por supuesto plausible, siguió otro, no menos natural, consistente en la cooperación interna ineludible del Numan– cia, cuerpo soberanamente disciplinado y famoso por sus gloriosos antecedentes, juzgado elemento único capaz de equilibrar la poten– cia de la guarnición. La condición sine qua non de libertad previa de los oficiales numantinos presos en el propio Real Felipe vino en seguida como de perlas, para sacar incólumes de toda sospecha y desconfianza la mentida lealtad y las moratorias calculadas del tahur español. Leves rumores que de todos estos hechos, aunque sin concre– ción ni pormenorización algunas, llegaron a oídos de Pezuela, hicie– ron que éste, sin dar, con todo, gran importancia al asunt o, releva– se la guarnición, dejando dentro, no osbtante, a Santalla y a Corti– nes (3 a .5 de diciembre de 1820). Dióse, con ello, por fallido el pri– mer plan, sobre todo cuando, después de extraído el Numancia y conducido al frente de las fuerzas y líneas españolas, súpose la de– fección total y definitiva de aquel cuerpo, así necesariamente elimj- (9) Así le llama el autor de las Anotaciones tantas veces citadas. Dicho autor tampoco participa de la fe puesta en la cooperación y las palabras de Cortines: "Me inclino, dice, a creer que aquel jefe engañó t ambién a los pa_ triotas, y me lo confirma su conducta. Cuando pudo quedarse en su p a tria (Venezuela) y tomar servicio, prefirió irse, y se embarcó para la Península; y en Paita, cuando los Cá.rcamo hicieron una sublevación en el "Sacramento", fué uno de los ·que trataron de sofocar el movimiento, y salió herido. Corti– nes, a mi juicio, ja:r:_nás fué patriota, jamás estuvo de buena fe, y, como Santa. tia, engañó y fingió. Rechaf".q.el. ofrecimiento de pasar al Ejército Libertador''.– Opúsc·. cit ., pág. 47.
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