Historia de la emancipación del Perú: el protectorado

304 GERMAN LEGUIA Y MARTINEZ XIII Finalmente, a la incontenible caravana de emigrados y conver– sos, seguía, inevitable a su vez, un largo cordón de voluntarios. Jó– venes de todas clases, entusiasmados por la propaganda, cada día mayor, más audaz y más ferviente; de las ideas revolucionarias, ya envueltas en el nimbo de gloria de los flamantes éxitos; y tanto más atrayentes, cuanto más expuestas veíanse a los peligros del martirio y de la brutalidad - abandonaban el hogar paterno y co– rrían a enrolarse en los cuerpos del campamento de Huaura. Entre esos voluntarios, merece mención especial, por las extra– ordinarias circunstancias en que hizo su presentación, y la figu– ración, tan extraordinaria cuanto discutida, que alcanzó más tar– de, el fogoso adolescene Felipe Santiago Salaverry, que nacido en Lima el 3 de Mayo de 1806, contaba a la sazón poco más de catorce años. Hijo de un ex-contador de rentas del estanco de tabacos de Arequipa (22) y de una distinguida dama limeña (23); educado medianamente - pues no llegó a acaoar su instrucción - en el cole– gio de San Carlos, primero, y en la escuela de San Femando des– pués; discípulo de Paredes y de Heredia, que recordaban siempre su viveza y su precocidad; activo, inquieto, dominante; dotado de viva fantasía; violento, silencioso y exaltado en ocasiones, y otras veces alegre, ocurrente y locuaz; toc?do, indudablemente, de una temprana neurosis, congénita y quizá si atávica; y contagiado, en los claustros carolinos y fernandinos, de la propensión rebelde y la propaganda revolucionaria de esos tiempos (24), nuestro compa– triota no pudo resistir a la tentación de lidiar, que fué su distinti– vo, y de lidiar, sobre todo, por la Patria. Una noche pues, evadióse de la casa paterna (8 de diciembre), aventuróse, entre las tinie– blas, por sendas y campos, cayendo aquí, oteando allá; rehuyendo los encu~ntros que, a cada paso, poníanle en situación de ser aprehendido por los destacamentos realistas, vigilantes de las cer– canías; "desplegando extraordinaria firmeza", en circunstancias en que vióse "perseguido muy de cerca" (25), avanzó decididamente, camino del campamento patriota; y, acompañado luego por otro joven revolucionario, José María Quiroga, limeño como él, logró (22) También llamado Felipe Santiago. (23) Doña Micaela del Solar. (24) V. la Historia de Salaverry de Manuel Bilbao, Lima, 1853, págs . 12 a 15, passim. (25) Miller, vol. I, pág. 260.

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