Historia de la emancipación del Perú: el protectorado
DE ICA A HUAMANGA 19 Todo lo encontró aquel emisario, todo lo obtuvo y previno, sin trabajo, demora ni violencia; y, antes bien, con facilidad y apresu– ramiento que acreditaron, una vez más, la decisión patriótica de los pobladores del Perú, y su buena voluntad para servir a quienes 3uzgaron incontinenti sus auxiliares, amigos y salvadores; esto, sin excluir a los pobres indios, tan injustamente calumniados como indiferentes. cuando no como prevenidos contra la causa emanci– padora. Afírmalo, franca, categóricamente, un testigo ocular de toda excepción, a quien ya hemos citado en otras oportunidades:- "En honor, dice, de la justicia, y del patriotismo de los habitantes de esa ruta, y de las de atrás que recorrió la división Arenales en esa época, me es satisfactorio declarar que, no sólo no tuvo el comi– sionado la necesidad de compeler a ninguno en este ramo; si no que, por el contrario, los indios, las indias y todos los habitantes, venían a ofrecer espontáneamente sus vaquitas, ovejas, papas, quesos y cuanto tenían, para mantención de nuestros soldados; y hay que advertir que algunas de estas ofrendas y demostraciones, las traían a cuestas de muy largas distancias, saludándonos con las palabras patrianos y patriarcas, que sin duda creían sinónimas de patriotas" (1). Si se considera la pobreza extremada de aquellas gentes ,y su avaricioso apego al casi siempre despreciable patrimonio en que fincan la satisfacción de sus necesidades, - por muy sencilla y fru– gal que se conciba su existencia - es verdaderamente digno de ad– miración el desprendimiento de que en ésta y otras ocasiones hi– cieron gala. Ese extraordinario desprendimiento corría parejas con la devoción y el entusiasmo de que era consecuencia natural y ne– cesaria: "Cuando nos acercábamos - continúa nuestro mnemógra– fo - a pueblos grandes (de indios), situados en eminencias de don· de no era fácil llegar a nuestro camino, contentábanse con salu– darnos al paso, desde la cumbre de sus nevados cerros, con sus canciones tradicionales en quechua, cantadas en coro por centena– res de voces, al son de sus flautas y tamboriles, que eran contes– tadas, de nuestra parte, batiendo al aire nuestros pañuelos. Estas manifestaciones - concluye -- de los peruanos, conocidamente pro– ducidas por la sinceridad de un sentimiento patriótico, entu ias– maban el ánimo de nuestros soldados demostrándoles la grandeza del pensamiento de su general" (2). ( 1) Apuntes póstumos cits., pág. 387 . (2) Id. id., págs. 387 y 388. ·
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