Historia de la emancipación del Perú: el protectorado

GUERRILLAS Y GUERRILLEROS 307 la lucha por espacio de quince años, haciendo de su territorio el último baluarte del poder colonial en Sud-América (2). ¡Recto fallo, que afronta la desgracia como culpa; que con– vierte en delito el éxito nugatorio del esfuerzo fracasado; que des– carga sobre el albedrío, cohibido por la violencia invencible, la responsabilidad pertinente al dominador; que escarba, en fin, los indicios del consentimiento y de la complicidad punibles, en la pro– pia víctima de la coerción, para tildar de omisión, tibieza o inca– pacidad, su involuntaria, su desesperante impotencia! II Tanto más injusta resulta la imputación, cuanto que, a ren– glón seguido - citando el testimonio de Stevenson, testigo de excepción, presencial, en las inolvidables escenas de la emanci– pación peruana - el historiador y biógrafo platense rep_roduce las siguientes frase del secretario de Cochrane: "Los habitantes del Perú deseaban. con no menos ardor tal vez que las demás secciones de América, un cambio en la forma de gobierno; y, por no haberla establecido, se les ha considerado p·')r muchos, culpables de indo– lencia y pusilanimidad, cargando con esta falta sin haberla merecido. Cuando un pueblo se halla bajo la influencia de la fuerza, tanto los habitantes como los soldados deben someterse a la voluntad del que manda. Tal era el estado de Lima, donde he encontrado el es– píritu revolucionario diseminado en los criollos de todas las cla– ses, con excepción de un corto número de empleados lucradores del gobierno" (3). III Largos capítulos cuéstanos --en la parte primera de esta obra- el ofrecer a nuestros coetáneos las hermosas figuras, y rela– tar los esfuerzos y sacrificios de nuestros Precursores, héroes, apóstoles y mártires. Ya, por las páginas - seguratnen:te pálidas, pero sinceras - de esta Historia, cruzaron, en revista dantesca, coronadas por el nim– bo de agradecida apoteosis, las sombras venerandas de Gonzalo Pi– zarra y de Girón; de Sairi-Túpac y Túpac Amaro; de Barranco. Agui– lar, Mejía, Justiniani, Ubalde y Valverde; de Silva, Pardo, Canosa, Gaete, García, Sánchez, Zorrilla . Figueroa y Manzanares; de los Tagle, (2) Op. cit., t. II, pág . 387. (3) Stevenson, op. cit., t . III, págs . 45 y 48, apud Mitre, op . cit., vol. II, pág. 387.

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