Historia de la emancipación del Perú: el protectorado
GUERRILLAS Y GUERRILLEROS 315 y el movimiento colosal que arrancó al norte del virreinato a la abyección y la servidumbre, entregándolo, incruenta, íntegramen– te, a la causa de la independencia, por el solo influjo y poderío del sentimiento popular (19). Oigamos, para economizamos alegaciones y comentarios, lo que nos narran aquellos escritores que "al exponer lo que liay de exacto en estos acontecimientos" lo hacen "porque tienen cz ~ncia cierta", de su origen, episodios y desenvolvimientos (20). IX Habla el prócer Mariátegui, y dice: "Asevera el Sr. Paz Soldán que San Martín, con la creación de guerrillas, dió lugar a que la opinión se pronunciara por la causa de la libertad, y que las guerrillas servían para ocultar los moví· mientas en las operaciones que intentaba". "Ambas aserciones son equivoca.das". "¿Podrían haberse formado las guerrillas sin estar formada la opinión? ¿No fueron hijas de la opinión y su efecto inmediato? ¿No empezaron cuando apenas había desembarcado San Martín? ¿Y Ninavilca, Huavique, Jiménez y otros, no se levantaron cuando San Martín acababa de desembarcar?". "San Martín no formó la opinión pública del Perú, ni sus me· didas la formaron. Formada estaba desde el año 10; y lo comprue– ban los procesos de los patriotas, los destierros y prisiones que sufrieron y la pura e inocente sangre que en los cadalsos derrama· ron. ¿Y Guayaquil, Piura, Lambayeque, Trujillo, Caja.marca y Cha– cha.poyas, que se sublevaron a fines del año 20, no lo hicieron por– que la opinión estaba formada? El historiador debe dar a cada uno lo que le toca y no debe darle a San Martín todas las glorias, defrau· dando al que las merece. Sin más que el desembarco de San Mar– tín en Pisco y Huacho, sin más que la simple noticia de que había (19) E imprimen también, en la eonducta del gran prócer, una desairada actitud de expectativa, completamente opuesta a la de ardiente actividad por él desplegada en Chile; actitud que, a pesar y por encima de todas las ala. banzas, se ve condenada por la realidad de las cosas. ¿Qué creer por ventura, ni qué decir de un general que, con elementos bastantes para transformar una situación, se detiene, mansa y tranquilamente, a esperar que los pueblos consientan en su tarea de batirse por ellos y vencer, antes de imponerles aquel consentimiento por la victoria y con la fuerza? (20) "Yo expondré lo que hay de cierto sobre el particular, y lo haré porque de ello tengo ciencia cierta".-Mariátegui, op. cit., pág. 40 .
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