Historia de la emancipación del Perú: el protectorado

GUERRILLAS Y GUERRILLEROS 317 ba, su valentía y movimientos rapidísimos produjeron en orden a las fuerzas y operaciones de los realistas, el citado autor se e·;:– presa así: "Lós cuerpos (españoles) que bajaban a la ciudad eran aguar– dados en las laderas y quebradas, y, con piedras, con galgas y con hondas, (los guerrilleros) mataban enemigos; les quitaban las reses que arreaban, robadas a los indígenas; y se apoderaban de armas y municiones. En una ocasión vinieron persiguiendo a Ricafort, que bajaba con una división; le mataron mucha gente; le dispersaron una parte; y sólo pudo (el jefe peninsular) escapar cuando a los guerrilleros se les acabaron las municiones. Ricafort quedó herido, y todo Lima lo vió entrar en una camil'la y hospedarse en la Casa de Moneda. Para que entrasen los restos, salió de aquí Rodil con dos batallones. También este jefe fué batido en Huampaní; y los res– tos de la división que venía y los que sa'lieron a protegerla tuvieron tantas bajas, que el número de los que regresaron fue menor que el de los que salieron con Rodil" (22). XI Acaba de decirnos Mariátegui que los primeros colaboradores de los limeños patriotas en la formación de las montoneras o gue– rrillas, y, en consecuencia, los prímeros guerrilleros después de Vida'!, cuya partida se anticipó a la aparición misma de San Mar– tín, fu~ron Ninavilca y Huavique. Ignacio Quispe Ninavilca, más conocido por su segundo ape– llido, y con él merecidamente famoso poco después, levantó su montonera en la provincia de Huarochirí, que era la de su naci– miento. Residía en Lima en los momentos de arribar la Expedición Libertadora; y, según las cuentas fiscales de la época, era rematis– ta del estanco de 'la nieve, ramo que subastó por un quinquenio, mediante el pago de una pensión anual ascendente a quince mil pesos. Acredítanós este hecho que Ninavilca era un hombre de tra– bajo, garantido por su honradez, y dotado de relativa comodidad, ya que la oblación anticipada de mil doscientos cincuenta pesos mensuales resultaba posibilidad apreciable para aquellos tiempos. En época en que en Lima era aún desconocida la fabricación del hielo artificial, nuestro futuro guerrillero solía traer el objeto de su industria desde los altos nevados de su provincia y las demás vecinas, para ofrecerlo en venta al público en los tradicionales (22) Loe. cit.

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