Historia de la emancipación del Perú: el protectorado
318 GERMAN LEGUIA Y MARTINEZ estanquillos de precepto. Todo lo dejó, no obstante, en setiembre de 1820, a la aparición del Ejército Libertador; y, patriota como era, dejó inmediatamente la capital, para dar pábulo a sus senti– mientos separatistas, y púsose entusiastamente al servicio de su causa predilecta. Con su partida, no muy numerosa, pues apenas si, en su pleno desarrollo, contó con ciento ochenta y un hombres voluntarios (23), reunidos desde Santa Eulalia hasta la Oroya, distinguióse, desde el primer día, por la constancia y el arrojo que puso en todas sus empresas. Ascendió, sucesivamente, hasta la cla– se de coronel de ejército. Ya hemos relatado, a la ligera, su ac– tuación; pero pronto acentuaremos ésta al tratar de las retiradas de los realistas, contra quienes bregó impertérrito e incansable, prestando señalados servicios a la independencia; y le veremos, asimismo, en julio de 1826, encarándose, enérgico y valeroso, con– tra la monocracia de Bolívar; apresado y enjuiciado por éste; ex– puesto a mil intrigas, y hasta condenado a muerte como el heroico Adstizábal (pena que el tribunal revisor conmutó con la de presi– dio); y, en una palabra, procurando libertar por segunda vez a su pa– tria, ya no de la tiranía de los españoles, sino de la ambición absor– bente, monopo1izadora, de los libertadores exóticos, transformados en déspotas nacionales, con proyecciones vitalicias. XII Alejandro Huavique era canteño, y allí, en la región nativa, más que todo en los pueblos de Obrajillo, Huamantanga y otros adyacentes, organizó la partida con que luego dió tanto y tanto que hacer a los españoles. Superior en dotes a Quispe Ninavilca, sin haber por eso sobrepasado ni oscurecido las hazañas de éste, con– quistóse, con más viveza y eficacia, las simpatías del Protector; y, más tarde, entrando ya en el ejército de línea, hizo brillante y rá– pida carrera. Años después le encontramos, ya de coronel efectivo, promoviendo con osadía temeraria, una revolución inexplicable contra el gobierno del prudente La Mar, en la memorable no– che del 23 de abril de 1828; y muriendo, ante las filas del propio batallón número 9, que acababa de conmover y sublevar, en due– lo singular con el segundo comandante de ese cuerpo, el bravísimo sargento mayor Felipe Santiago Salaverry. (23) Estado de la fuerza y del armamento de las guerrillas de la sierra, de fecha 22 de julio de 1822 . Bibl. Paz Soldán, doc. MS . núm. 430.
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