Historia de la emancipación del Perú: el protectorado

CAPITULO VIII GUERRILLAS Y GUERRILLEROS (Conclusión). CAYETANO QUIROS E INOCENTE ZARATE, (A) "EL GAVILAN". I Una vez que las guerrillas v1eronse fon nadas; cuando, como dice Mariátegui, "fueron numerosas" - sólo en tonces puso en ellas los ojos el general San Martín; comprendió su u tilidad, al saber que "nadie podía entrar ni salir de la ciudad de Lima, sin encon– trarse con ellas"; e ideó, en consecuencia, la gran medida del ase– dio terrestre, que no había efectuado, ni siquiera iniciado por sí mismo, situado 1 como estaba, en Huacho, Huaura y Supe, esto es, a muchas leguas de la capital. Sólo entonces - repetimos con el enunciado autor - "mandó jefes que se pusiesen al frente de las guerrillas y las r eglamen– tasen" ( 1). El primero de esos jefes fué el comandante argentino don Isidoro Villar; después, un chiileno apellidado Campos ; y, final– mente, don Joaquín Febres Cordero, hermano de León, el ~x-oficial del batallón Numancia a quien ya conocemos. Y como, a partir de aquel momento, "la ciudad de Lima, ya no sólo carecía de los comestibles que recibía por m ar, porque Cochrane lo estorbaba; sino que nada le venía por el norte, por– que San Martín estaba de por medio - ni nada tampoco pudo venirle de la sierra, porque los montoneros no lo permitían - los efectos de ese asedio se hicieron sentir muy pronto" (2). Pro– nunciáronse la miseria y el hambre. Con ellos acudióse a una irre– gular, dañosa y escasa alimentación. Surgieron las enfermedades, e hiciéronse msostenibles, intolerables, la situación y la perma– nencia de las fuerzas españolas. Tales resultados avivaron en San Martín el deseo de estimular y propagar las montoneras peruanas. El mismo promovió la crea- (1) Anotaciones, pág. 42. (2) Id. id.

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