Historia de la emancipación del Perú: el protectorado

326 GERMA LEGUIA Y MARTINEZ balgar", hubo de viajar a esta capital en una camilla; en que la división entera vióse en la necesidad de hacer alto, renunciando a avanzar, para pedir y esperar refuerzos de Lima; y en que, a no acabarse la provisión de pertrechos de los guerrilleros, esa des– trucción, casi consumada, habría sido completa (12); y, en fin, la nueva y sangrienta acción de Hnampaní, hacienda del valle y distrito de Lurigancho, en la provincia de Lima, donde las mismas fuerzas ya vapuleadas en Quillapata, y los refuerzos recibidos (man– dados por Rodil), experimentaron tal desmedro con la muerte y la deserción, que el total de las tropas vueltas a la capital resultó inferior con mucho a la columna auxiliar de su seno extraída por Rodil (13). V En todos esos encuentros, combates parciales, o acciones de guerra de mayor significación, iba y se batía, al lado de Quirós, la esposa de éste, joven y fuerte, leal y fiel como un mastín; Dalila de aquel nuevo Sansón, que había, inconscientemente, perdídole en la cárcel; pero mujer que! idolatrando a su héroe, quien ido– latrábale a su vez, seguíale valerosa y acompañábale vigilante por todas partes; tomaba, armada cómo un hombre, intervención di– recta, primordial, en todas sus empresas; y estimulaba, con su serenidad glacial y su heroico ejemplo, a sus conmilitones del otro sexo, delineando, en las nacientes páginas de la historia pa– tria, una silueta soberanamente simpática y a la verdad cuasi épica, semejante, como ya dijimos, a la lejana y doliente de Men– da de Almaraz, la noble compañera de Girón; a la más moderna de lady Cochrane, sombra ideal destacada sobre la capitana del gran vicealmirante, en las giras errabundas de éste a lo largo del Pacífico; y, en fin, a la más reciente de Francisca Zubiaga, ufana y ·dichosa entre el estruendo ·y el humo de los pronunciamientos y choques en que hirviera ·nuestra anarquía republicana. Retiróse en Quillapata Quirós, dice Mariátegui, "después de ha– ber quemado su último cartucho en compañía de su esposa, que siempre se batía a su lado; y ya veremos, con Miller, cómo aquella (12) Mariátegui, opúsc. cit., pág. 147 .- Según Miller, a esta acción de Quillapata concurrieron, con la de Quirós, las otras guerrillas de Vidal, Elgue.. ra y Navajas; y allí "dejaron los realistas un oficial y noventa soldados muer– tos, dos oficiales y cuarentitres individuos de tropa prisioneros; y muchos más se ahogaron al atravesar el río" .-Memorias, vol. cit.-, pág. 267. (13) Miller, loe . cit.

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