Historia de la emancipación del Perú: el protectorado

GUERRILLAS Y GUERRILLEROS 331 y sólo dirigidas al amparo y la defensa del hogar y del terruño, en los instantes supremos de irrupción y de peligro. Hemos hablado ya de algunas de ellas, y aún seguiremos enunciándolas en los veni– deros capítu10s. Se han citado, en efecto, no hace mucho, o se ci– tarán enseguida las suscitadas en Yapay, Piños y Carania por Pas– cual Cairo; las brotadas donde quiera en los partidos de Cangalla, Vilcashuamán, Lucanas y Parinacochas, al paso de Ricafort y de Carratalá; y las improvisaaas en varias ocasiones, sobre las frígidas crestas del inclemente nudo de Paseo, por el abnegado y valeroso Otero. Y ya llegará la oportunidad de seguir en sus históricas co– rrerías a los cooperadores de Bermúdez y Aldao, a las partidas del Cholo Fuerte y del afamado clérigo jaujino fray Bruno Terreros, etc. IX No faltaron tampoco individuos aislados que, sin inteligencia ni comunicación con las guerrillas organizadas. en forma, ni por tanto en concurrencia alguna con los planes de éstas, procediesen por cuenta propia, en unión de unos cuantos amigos - por pura satisfacción e impulso de indominable patriotismo - a realizar proe– zas extraordinarias e inferir daños de consideración a los realistas. Era - después de consumados tales rasgos de audacia y atrevimien– to - cuando, para salvar de la persecución de que eran blanco, presentábanse los autores de aquellos arranques ante las guerrillas, e incorporábanse definitivamente en éstas. Para muestra de tales estallidos, si esporádicos e intermitentes, no por eso menos favorables para la causa emancipadora, ni me· nos merecedores de recuerdo y alabanzas, insertamos aquí el cu· rioso relato de uno solo - por cierto muy notable y singular - corriente en las anotaciones de Mariátegui. Helo aqui. X "Celebrado, dice, el armistzczo entre La Serna y San Martín, descuidaron mucho los españoles la vigilancia; y, careciendo de pas· tos para los caballos, los mandaron a la hacienda denominada Ma– yorazgo, contigua a Melgarejo, en el valle de Ate.- Mayordomo df este último fundo era Inocente Zárate, trujillano, muy atrevido y muy patriota, que se bautizó a sí mismo con el nombre de "Gavi· lán", para que no se le diese otro en las muchas y arriesgadas em-

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