Historia de la emancipación del Perú: el protectorado
332 GERMAN LEGUIA Y MARTINEZ presas que acometió. Zárate venía a las inmediaciones de la ciudad, traía correspondencia, retornaba con las contestaciones y guiaba a los pasados. Se comprometía, y lo hacía generosamente, no ha– biendo querido recibir jamás el menor agasajo de nuestra parte, a pesar de que era de muy poca fortuna. Llegaron los españoles a tener noticia de sus proezas, y dieron orden de traerlo, vivo o muer– to. Lo supimos los patriotas, se lo avisamos, y Zárate se ocultó, no habiendo querido ir a incorporarse con los guerrilleros como se lo aconsejamos. Consistía su demora en que combinaba un plan que le sugirió su patriotismo, que a nadie comunicó, y que realizó con suma facilidad. Buscó a varios esclavos de la hacienda de la Mali– na; los hizo armar como pudo; y asaltó al sargento español y a los soldados que cuidaban de la caballería. Los sorprendió dormidos en el potrero; y los hiza amarrar y custodiar por parte de los su– yos. mientras los otros arreaban los caballos y algunas mulas del ejército. Tuvo cuidado de que dos amigos suyos, barberos, lleva– sen sus herramientas y afeitasen media cara lli los presos. Verificada esta operación, montó y fué a alcanzar a los que arreaban la caba· llada. Llegó con felicidad, y (entonces sí) se incorporó con los gue– rrilleros". "Acaeció esto al tiempo del armisticio; circunstancia que daba derecho a los enemigos para pedir la devolución de los caballos. El general Monet se presentó, pues, a pedirlos, y el jefe contestó lo que era verdad: que ni él, ni ninguno de los de su mando, eran autores de esa empresa; que el paisano Zárate con otros, había ve– nido de Lima arreando los caballos; y que los habían llevado al in– terior, y vendídolos, como .dueños de ellos, o regaládolos, sin tener en ello dicho jefe la más pequeña intervención. Monet no podía replicar a esta verídica y terminante contestación, y solicitó hablar con Zárate> haciéndolo llamar de donde estuviese. No hubo incon– veniente en ello. Zárate fué llamado y hablado por el general ene· migo, entablándose un diálogo, concebido, más o menos, en estos términos:~ Se ha traído Ud. la caballada del rey.- Sí, señor.-– ¿Y por qué ha cometido Ud. este atentado? - ¿Y por qué el virrey me mandó prender, y ordenó que me llevasen vivo o muerto? - No sé eso, y es tal vez una falsedad.- No señor; es muy cierto, y lo sé con toda seguridad ... ¿Y a qué vino una partida a Melgare– jo (23), sino a prenderme? Felizmente, yo no estaba allí y me lo (23) Recuérdese, como ya se expllcó al enumerar a los patriotas del Perú, que Zárate era antiguo mayordomo del fundo mencionado en el te~to, pro,. piedad del tío de Riva,.Agüero, marqués de Monte.Alegre de A.ulestia.
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