Historia de la emancipación del Perú: el protectorado

334 GERMAN LEGUIA Y MARTINEZ gantas andinas "cerraron el paso al asendereado virrey y lo for– zaron a "retroceder, para seguir el itinerario de Canterac" (27). Miller es más explícito, como más imparcial. Según él, nues– tras montoneras, no sólo constituyeron la causa primordial de la desocupación de Lima, sino que estuvieron a punto de finiquitar la situación. Sólo faltaron, en su concepto, un poco de previsión y otro de actividad de parte del Protector presunto, para, coadyuvan– do con el ejército de línea a la labor de los guerrilleros, dar en tierra y hundir en el polvo y la nada a los realistas. Reproduzcamos las palabras del bravo general inglés, tan jus– tas como sinceras y en que palpitan con su testimonio irrecusable, de un lado el altísimo mérito contraído por los patriotas peruanos, y, de otro, la dejadez, la vacilación y el abandono en que incidiera San Martín. "No pudiendo el virrey, dice, continuar en la capital, atacado, como se hallaba, por todas partes, de montoneros que lo privaba.. de los auxilios y víveres que necesitaba, abandonó aquella ciudad el 6 de julio, y los patriotas entraron en ella el 9, en medio de las aclamaciones de sus habitantes.Una división de realistas a las ór– denes de Canterac, tomó el camino de Lunahuaná; y la otra, man· dada en persona por el virrey, tomó el de Yauyos; ambas, con di– rección a Jauja. Durante la retirada de los realistas, la deserción que experimentaron fué tan númerosa, que sus generales publica· ron bandos previniendo que sería fusilado todo individuo que se hallase a cien varas de distancia de la dirección de las columnas; y muchos fueron efectivamente fusilados. Para aumentar lo críti– co de su situación y las dificultades de que se hallaban rodeados, los indios se levantaron en favor de los patriotas; mientras que los montoneros, pegados siempre a su retaguardia, hacían prisioneros a cuantos se separaban del grueso de las columnas. Si el Ejército Libertador, en vez de tomar cantones en la disipada ciudad de Lima, como lo hizo, hubiese secundado los esfuerzos de aquellas bandas de patriotas armados, apenas puede dudarse de que se habría ter– minado la guerra en pocas semanas. Así pues, concluye Miller, por falta de previsión, continuaron desgraciadamente el Perú, su capital y provincias, cayendo alternativamente en manos de los ene– migos de la libertad" (28). (27) Op. cit., vol. III, págs. 125 y 126. (28) Memorias del general cit. , vol. I, pág . 319.

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