Historia de la emancipación del Perú: el protectorado

24 GERMAN LEGUIA y MARTINEZ tes receptores, que alcanzaban "al algunos miles, de todas las clases de la sociedad", y que en plácido hormiguero repletaban las ave– nidas de ingreso, "al extremo de embarazar la marcha de la colum– na"; como por las extraordinarias manifestaciones de entusiasmo, aplauso y afecto, de que todos dieron muestra en aquel día memo– rable. En esa multitud enorme estaban los miembros del ayunta– miento, presididos por los dos alcaldes; los huamanguinos ID:ás distinguidos; los prelados de los siete Conventos existentes enton– ces en la población (Santo Domingo, San Francisco, San Agustín, La Merced, la Buenamuerte, San Juan de Dios, y San Francisco de Paula); y, en fin, cuanto había de visible, por la inteligencia, por la riqueza o por la cuna, sin exceptuar el alto c'lero secular de la diócesis, libre de la presión moral sobre el ejército por el obispo Dr. D. Pedro Gutiérrez de Coz (11), furioso realista, que, al saber la aproximación de la división independiente, huyó de su sede en compañía del intendente Recabarren. IX Tradicional, en Ayacucho, es la deplorable conducta observada, en esa fecha, por el meritísimo pero rudo y tosco Alvarez de Are– nales, con asombro y sincero resentimiento de los vecinos, y muy especialmente de su ayuntamiento, a quien ese militar sin educa– ción hizo víctima de inmotivado e inmerecido desaire. "Así que anduvimos algunas cuadras -cuenta Roca ( 12)- en– contramos a los señores de la municipalidad con sus altas varas negras, símbolo de su autoridad; formados en líneas. Se acercaron al general, dirigiéndole un discurso el principal de ellos y haciendo la demostración de ofrecerle la llave de la ciudad; pero nuestro general, con ese carácter estoico, adusto y de una rigidez inflexible~ apenas les hizo una cortesía con la cabeza, e imperturbable continuó su marcha, a la vanguardia de la columna, repitiendo la palabra historiadores. . . historiadores" ( 13). (11) Piurano, de quien se hablará más adelante . ( 12) Podríamos narrar el extraño episodio (como le llama Roca) por nosotros mismos; pero preferimos copiar el relato del mnemógrafo argenti– no, para que no se crea, que nuestra propia descripción era prevenida o exagerada. ( 13) "Mi batallón formaba a la cabeza de la columna, y yo iba acompa– ñando al jefe del cuerpo (sargento mayor qon Román Antonio Deheza), con cuyo motivo me fué fácil presenciar este extraño episodio", Opúsc. y Rev. cits ., t . XI, págs. 388 y 389.

RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx