Historia de la emancipación del Perú: el protectorado
364 GERMAN LEGUIA Y MARTINEZ Bien educado por sus padres que, como a primogénito suyo, hi– ciéronle blanco de sus recónditos cariño y preferencias, logró , tras un trabajo asiduo de siete años, multiplicar el capital de aquéllos recibido para base y empleo de su precoz actividad; y . ya poseedor d~ una suma pingüe, dióse a la práctica de viajes mercantiles reiterados, en que recorrió al principio otros países sud y centro-americanos y se constituyó, por fin, en Inglaterra, España y demás Estados del antiguo continente. La exportación de los artefactos del terruño a las colonias hispanas circundantes, la importación directa de las mercancías por él mismo portadas desde Europa, incrementaron su hacienda de modo colosal, al ex tremo de tener, años después, sumas considerables repartidas en todos los grandes mercados de ultramar y no pocas depositadas, en distintas casas fuertes , principalmente peninsulares e inglesas (3). Establecido en España muchos años, no tornó al continente nativo sino a los cuarenta y seis de su edad,. en 1807. Su afán era volver a pisar el suelo de su cuna; pero tal deseo fue burlado por la marcha súbita de extraordinarios acontecimientos. Iba, en efecto, a salir con rumbo norte de las costas de Chile - puebh en el cual por sus ideas revolucionarias (embebido como esta– ba en los principios de la r evolución francesa) , había ganádose la amistad íntima y honda de Manuel Salas y Juan Martínez Ro– sas, cuando, de acuerdo con estos patricios, volvióse a Buenos Aires, atraída por el ruido de la victoria del 7 de Julio, obtenida sobre la segunda invasión anglicana (de Whitelock) . Llegado a la capital argentina, en que ya bullían las ansias de r edención y li– bertad, púsose en contacto íntimo con los má s eminentes agita– dores bonaerenses, tales como Paso, Castelli, Belgrano, etc. Co– misionáronle éstos últimos por sus vastas r elaciones y posición privilegiada en la Península, para negociar la separación del ya (3 ) Según Vicuña Mackenna, de quien tomam!Os Ja mayoría de estos da– tos, una casa londinense guardábale 95.651 ps.; y la gaditana de Amenobar, 7.800 . El dato d ebe de ser exacto, porque el citado autor tuvo la dicha de r eci– bir o Ja indignidad de llevarse, como cosa propia, las Memorias que Rivade– neira escribió de su vida en 1829; las m ismas que fuéronle dadas en préstamo por el n ieto de es te general don Rafael Mancebo. Ocu rrió aquello en 1860, al paso de Vicuña por Lima, a donde lJegó desterrado, ciudad en la que e eribió su obrita sob re "La revolución de la independencia del Perú de 1809 ai 1819", inserta, el año referido, como folletín del diario "El Comercio" y luego edita– da en un volumen, del q ue res tan muy poco ejemplare . La apropia ión inde~ bida de esas Memorias es cosa que los lambayecano con alguna cultura h - mos lamentado siempre.
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