Historia de la emancipación del Perú: el protectorado

30 GERMAN LEGUIA y MARTINEZ de la presencia de Alvarez de Arenales en Castrovirreina, y creyen– do que la internación enemiga iba a dirigirse de dicho punto a lo recóndito de su intendencia, apresuróse a evacuar la capital d– esta última, llevando consigo, a semejanza de Recabarren, todos los tesoros y p~peles reales, así como las milici<?-S del lugar, orga– nizadas debidamente en dos cuerpos: uno de .infantería, y otro de caballería, bien montado; fuerzas que, con las guarniciones, pique– tes de línea sueltos (que después allegó en el tránsito), y milicia· nos de las parroquias de su dependencia, emplazadas en el mismo, alcanzaron a la no despreciable cifra de quinientos hombres. Con ellos, por la senda de Ruando, Conaica, Moya, Mito, Sincos y Hua– ripampa, llegó a Jauja, deseoso de encontr~rse y reunirse con Rica– fort o con O'Reilly, y de tornar, con ellos, a la busca y destruc– ción de los osados irruptores. Hombre resuelto, prudente a la vez, y soberanamente activo, efectuó el pesado y escabroso éxodo en quince días, más o menos; no tanto por lo rudo y frígido de la ruta, cuanto por conservar íntegros e intactos sus tesoros, e impedimenta, y atento a no de– samparar el cúmulo de familias españolas que con él habían deja– do la ciudad de Huancavelica; familias cuyos jefes, empleados o comerciantes de esa nacionalidad, demandaban su protección entre lágrimas de dolor y gritos de espanto, suponiéndose ya en garras de la ruina y de la muerte, con la mera aproximación de los sol– dados patriotas. Montenegro estaba, pues, en Jauja, hacía unos cuantos días, en momentos en que fas fuerzas de Alvarez de Arenales penetraban en Pampas, como acabamos de ver, el 16 de noviembre de 1820, con Huamanga y la misma Jauja por objetivos inmediatos. V Montenegro, decimos, aguardaba, según noticias oficiales (que recibiera de Lima antes de abandonar la sede de su intendencia), encontrarse y reunirse con O'Reilly. ¿Era, entonces, que O'Reilly anduviera por aquellos dominios del amenazado virreinato?. Así ocurría, en efecto. Se recordará que, al consumarse el desembarco del Ejército Libertador en la bahía de Paracas, el 8 de setiembre de aquel año, Pezuela se apresuró a enviar tropas competentes que, de aquel lado, estorbaran el paso a San Martín; y que esas tropas eran: l'? el escuadrón llamado "del Rey", que, con gente maleante de Lima había (en 13 de agosto de 1818) organizado el marqués de San Lo-

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