Historia de la emancipación del Perú: el protectorado

528 GERMAN LEGUIA Y MARTINEZ que iba a descubierta-; y la segunda, del teniente Baltasar Pérez, ese otro que, con veinticinco hombres, había salido de Cajamarca anticipadamente en auxilio del gobernador Alvariño, y a quien éste aguardó en vano el día de su desastre y de su muerte. ¿Qué era lo que había ocurrido? Sabidas con toda certeza y exactitud en Chachapoyas (31 de ma– yo) las nuevas de la aprehensión de Moyobamba y del desgraciado fin de su gobernador, apoderóse de aquella población y de sus au– toridades el más invencible pánico. Juzgaron desde luego que los enemigos, apenas obtenido aquel apreciable triunfo, avanzarían in– mediatamente sobre Chachapoyas, pobremente defendida y sobre todo débil ante el número (que se exageró como siempre) de los presuntos invadientes; y, así, mientras los vecinos, a bandadas, huían presurosos a ocultarse entre las selvas, el gobernador Bustamante y sus fuerzas, inclusive la del teniente Pérez (que, vista la inutilidad de su avance, había vuéltose en el acto), emprendieron retirada des– hecha al pueblo de Levanto, antes (1? de junio), y al de Leimebamba después (2 de junio); punto, este último, donde encontráronse con el teniente Alvariño, que, como sabemos, avanzaba ya de Balsas en di– rección opuesta. Unos y otros, entonces, acordaron, el mismo 2, venirse a Balsas, a reunirse con el comandante en jefe de la expedi– ción, a quien suponían, con fundamento, no distante. Tales son los sucesos y pormenores que, con esa propia fecha, poníase en conocimiento de Egúsquiza, por los despachos llegados a manos de éste el 3 de junio, cuando ya se disponía a trasponer el Marañón. Suspendióse, pues, el pasaje del gran río; determinóse aguardar a los emigrantes chachapoyanos en el paraje de Jelit; y comenzó el propio Egúsquiza a pensar y preparar su propia retirada hasta Celen– dín, en donde se detendría, dijo, a la expectativa de los aconteci– mientos. Expidió enseguida comunicaciones expresas (apertorias en el tránsito) para el presidente de Trujillo, con relación de todo lo que pasaba y exigencia reiterada de refuerzos, ya no en la cifra (fijada anteriormente) de cincuenta veteranos, sino en cantidad do– ble o triple de la misma, para poder avanzar y proceder con verda– dera ventaja. El 4 de Junio arribaron a Balsas Bustamante, Pérez y Alva– riño con sus tropas (y dos piecesitas de artillería volante existentes en Chachapoyas); y Egúsquiza, con todos, retrogradó en la noche a Celendín, punto en el cual entró al amanecer del 5, triste y desa– lentado.

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