Historia de la emancipación del Perú: el protectorado
536 GERMAN LEGUIA Y MARTINEZ los adversarios, que adelantaban a su vez, en opuesto sentido, ded– didos a un encuentro. En efecto, al amanecer del 10, la vanguardia realista de Cárde– nas y Quiles presentóse en actitud, si resuelta, meramente defensi– va, a los ojos de Reaño, que, como se acaba de decir, iba con la vanguardia patroita ( 17). Ocupaba la primera "el ventajoso punto de La Ventana"; cuesta terriblemente escarpada, que, en plena ruta de Taulia a Río Negro, encarámase sobre una serie de estribaciones erectas, algunas de competente altura, y dispuestas a la manera que una escalinata, desde donde, como lo indica su nombre ("La Ven– tana"), domínanse todas las sierras y campiñas del contorno, muy especialmente la difícil senda tendida atrás y adelante de aquella defensa formidable, hábilmente escogida por los contrarios. Con se– mejante protección, dispensada por la naturaleza, a la que había que vencer antes que a los hombres, los realistas consideráronse indem– nes y seguros, capaces de desbaratar en un pestañeo, no sólo a la co– lumna de Reaño, sino a la división entera de Arriola, que pesada y fatigosamente seguía en pos de su vanguardia. No por ello acobardóse el denodado oficial independiente. Pues– to al frente de sus veteranos, y sin hacer caso del fuego que empezó a caerle de las alturas de La Ventana, diose impávido a trepar la pro– celosa serie de escalones que conducen a la cumbre, con una sangre fría digna de toda alazanza. Media hora más tarde, embestidos a vivo fuego antes, y a bayoneta calada después, los revoltosos huían, descolgándose despavoridos, por las breñas y dejando su posición en manos de los atacantes. Reaño coronó la cima, "con sólo la pérdida de uno de sus valientes" (18). XI La elocuente lección de "La Ventana" infundió terror inmenso en las filas de los realistas, que, sin darse punto de reposo, retirá– ronse precipitadamente en dirección a Río Negro; río cuyo único puente cortaron, para atrincherarse en la hacienda del propio nom– bre, a la opuesta orilla. (19). Arriola, por su parte, continuó sin detenerse, picando insisten– temente su retaguardia. (17) Op. et loe . cit., págs. 284 y 285. (18) Parte de Martínez a Guido, de fecha 28 de setiembre, Docums., cits., págs. 284 y 285. (19) Hacienda de caña, y, según Paz Soldán, "primer punto habitado'' de la zona a partir de Taulia.
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