Historia de la emancipación del Perú: el protectorado

540 GERMAN LEGUIA Y MARTINEZ XIV Piquetes despachados previsoramente, desde Balsas y Chacha– poyas, por las vías fluviales del Marañón, y sus afluentes, colocá– ronse en puntos estratégicos, para cortar toda retirada a los revol– tosos, que así fueron cayendo en manos de los soldados de la Pa– tria. Como jefes de las partidas desprendidas marcharon el teniente de preferencia del núm. 1? del Perú, don Francisco Salas; y el de igual clase del 11 de los Andes, don Dionisio de Cabeza Enríquez. "Fueron indecibles los riesgos supeditados por dichos oficiales para ponerse en los puntos señalados"; y a ellos se debió el poder "acabar con los rezagos de los revolucionarios" (28). Ambos merecieron especia– les y efusivas recomendaciones de Arriola, recibidas las cuales vié– ronse inmediatamente ascendidos. Pocos de los derrotados en La Habana lograron, por lo más enmarañado de las selvas, ponerse en salvo en el Brasil; pero nada, absolutamente nada volvió a saberse de Cárdenas y Quiles. Probablemente perecieron bajo las flechas de los salvajes, acometidos por las fieras, ahogados en algún rápido, o perdidos en el bosque, víctimas del hambre o de la fatiga. XV "Triunfantes de los enemigos de la libertad, después de arros– trar las penalidades del terreno más escabroso y difícil que presen– te la naturaleza", Arriola y su división entraron al fin en Moyobam– ba, en la tarde del 25 de setiembre. Encontraron "esa plaza absolu– tamente despoblada", por temor de los moradores a castigos, extor– siones y violencias semejantes a los que, en 24 de mayo, habían allí puesto en práctica, los realistas; pero luego comparecieron todos ante la autoridad militar independiente, vista la moderación que en su conducta pusieron el comandante divisionario y sus subalternos. Presentáronse, al mismo tiempo, no pocos voluntarios, que, con los reclutas de la zona, con los dispersos sorprendidos en los alrededo. res y con los prisioneros capturados a los vencidos, aparte de lo5 grupos colecticios existentes desde antes en Chachapoyas, constitu– yeron un cuerpo de cuatrocientas cincuenta plazas, llegado a Tru– jillo el 4 de enero de 1823 y enviado inmediatamente a Lima (para su conveniente ejercicio e instrucción) por el nuevo presidente del departamento de Trujillo, marqués de Bellavista, que había reempla– zado en el cargo al general Martínez. En el mismo buque conductor (28) Op . et vol. cit., págs. 290 y 291.

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