Historia de la emancipación del Perú: el protectorado
548 GERMAN LEGUIA Y MARTINEZ y, en fin, con los voluntarios de todas las clases que diariamente alis– taronse en las filas. La pretensa división alcanzó así a unos doscientos ochenta hom– bres, que emplearon todo el resto del mes de octubre (20 a 31) y la primera quincena de noviembre en los necesarios preliminares de to– da organización; en los ejercicios y prácticas de campaña y discipli– na; y en la recolección de ganado, víveres, armas y demás elemen– tos; sólo que, como era de temer de un enemigo experto y no lejano, éste no habría de dejarle ni el tiempo ni el sosiego indispensables pa– ra ultimar su instrucción y apercibimiento. No tardó, en efecto, ese nuevo vivero patriota en llamar la aten– ción y excitar los temores de Pezuela, por lo mismo que, desapare– cido de la zona el ejército de San Martín --embarcado trasladaao al norte de la capital el 24 y 26 de octubre- viose permanecer ese nuevo núcleo en Ica 1 especie de espina enclavada en el pie del domi– nador, entorpeciéndolo para proveerse de recursos por aquel lado, así como de traer y recibir los auxilios ya enviados por el general Ramírez, que a la sazón avanzaban por la senda costanera de Ocoña y Caravelí. De ahí procedió el envío (21 de noviembre) de fuerte columna española veterana, que, a las órdenes del teniente coronel don Juan Antonio Pardo y compuesta de trescientos jinetes más que menos, dirigióse con las debidas precauciones sobre Ica. IV Supiéronlo oportunamente Bermúdez y Aldao, y en el acto deci– dieron retirarse al interior, camino de Huancavelica (24 de noviem– bre), "siguiendo el movimiento del general Arenales" (4). Era lo que éste les había aconsejado: "replegarse sobre su grueso en caso de pe– ligro"; por más que aquel repliegue, a causa del tiempo transcurrido (más de un mes), "se efectuase a distancia bastante considerable, que impedía la íntima y frecuente relación entre uno y otro cuerpos" (5). Y el peligro era evidente, porque las tropas conducidas por Par– do, no sólo eran antiguas y fogueadas, sino que contaban con efecti– vo superior al de las de Bermúdez, todavía colecticias y bisoñas. Sabíase que Arenales debería, por esos momentos, encontrarse en Jauja o Tanna. Tómose, en consecuencia, aquella dirección. Por (4) Ñfemoria histórica d Arenales, pág . 57, edición Vaccaro, de 1?20, Buenos Aires .- En dicha Memoria se afirma que los jefes patriotas ret1rá– ronse, "'más que todo, por los viles manejos del gobernador de lea, don Juan José Salas" .- Loe cit . (5) Id . id .
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