Historia de la emancipación del Perú: el protectorado
550 GERMAN LEGUIA Y MARTINEZ VI Pero las cosas habían cambiado. La presencia actual de las autoridades españolas, desaparecidas a la aproximación de Arenales, pero en seguida vueltas a la sede de su. j.u:isdicción, había traído una reciente organización de cuerpos de m1hcias en todas partes, e iniciado una serie de represiones y casti– gos severos contra los transportes de entusiasmo despertados por los libertadores. Lo reducido de las fuerzas trabajosamente arrastradas por los emigrados de Ica -fuerzas que, con las deserciones y la deshecha de su retaguardia, no alcanzaban ya a doscientos hombres, y éstos cansados o hambrientos- infundió en esas autoridades confianza y energía bastantes para encararse con los patriotas sobrevinientes, dando a la retirada emprendida todos los caracteres de una odisea dolorosa, en que a la par manifestáronse enemigos los hombres y la naturaleza. Así fue cómo, en Córdoba, población emplazada a dieciseis le– guas de lea, el intercura don Francisco de la Mata, español de naci– miento, soliviantó, con las milicias lugareñas, a buena parte de la nu– merosa indiada concurrente a determinada fiesta; y, al grito de "¡mueran los herejes! ¡afuera los ladrones!" - acometió a los anhe– losos milicianos de Bermúdez, semi.helados y caídos con el frío y el soroche de las cumbres, empleando en ello escopetas, hondas, rejones y galgas, con tal tenacidad y encono, que los asaltados viéronse en la necesidad de utilizar sus armas en un encuentro de media hora, de que resultaron algunas víctimas entre los asaltantes. La lección en tal forma recibida mantuvo a La Mata y los suyos a respetuosa distancia, no sin intranquilizar y molestar de modo in– cesante a los viajeros, que hubieron de retroceder hasta el pueblo de Tivillo (del distrito de Palpa); retroceso debido a la circunstancia de encontrar cortados todos los puentes, y cerrados los pasajes más agrestes y difíciles de la ruta. Las sombras amigas de la noche descendieron al fin sobre Ber– múdez y sus conmilitones, con doble y contradictoria consecuencia para estos últimos. De un lado, prestáronse para una escapatoria fi– nal, por un nuevo camino hacia ultracordillera, felizmente indicado por los guías, y en el que ya no se ofreció a los fugitivos la mínima resistencia; pero, de otro, resultaron fatalísimas para los indepen– dientes rezagados por cansancio y otras causas, dando margen para la captura de éstos por los tivillanos, quienes, ayudados por La Mata y sus cordobeses, empeñados en seguir a Aldao, dieron con aquellos desventurados en plena vía; los capturaron y condujeron a Tivillo;
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