Historia de la emancipación del Perú: el protectorado

RICAFORT 557 ministración resultaron, así, negros y oprobiosos. Para felicidad de los paceños, fue llamado luego a Potosí, a ejercer el subcoman– do del ejército; puesto en que pudo distinguirse por su férrea ac– tividad y por sus ·triunfos sobre los bravos montoneros La Madrid, Raya y Uriondo, Rojas, Guzmán, Garay y Méndez. Nombrado, a fines de 1818, comandante en jefe de la "divi– sión de reserva" avanzada en Arequipa por haberse acordado un resguardo mayor y mejor de la costa sur, ante los insistentes anuncios de una expedición libertadora que San Martín aprestaba en Chile, hallábase en aquella población llenando su cometido, cuando viose llamado con urgencia a Lima, como jefe y conduc– tor de los refuerzos que, con procedencia de la propia Arequipa y del Cusco, pedía exigentemente el virrey Pezuela al general en jefe del ejército del Alto Perú, brigadier don Juan Ramírez y Oros– co, para defensa y seguridad de la capital limense, ya amagada por San Martín. VI Vimos ya cómo, reunidas en Andahuailas las tropas que de la ciudad mistiana extrajera Ricafort con las que de la Roma incaica aportábale el brigadier don Antonio María Alvarez (9), pro– cedieron, unas y otras, a cruzar el Pampas, y a penetrar en el ri– sueño, fecundísimo y poblado territorio central, por sobre los de– clivios en que corren y tienden a juntarse las caudalosas corrien– tes de los ríos Jauja o Mantaro y Apurímac o Catongo. Después de dilatada travesía, aproximáronse por fin a la antigua Huaman– ga o San Juan de la Frontera, hoy Ayacucho; ciudad predestina– da a reci~ir por nombre el de la gran victoria redentora de todo un mundo, y en cuyas floridas goteras presentáronse los expedi– cionarios realistas el 29 de noviembre de 1820. No sin sorpresa contemplaron éstos, repletas, alfombradas de indios, todas las cumbres laterales y delanteras del va1le, cerran– d0 simultáneamente la vanguardia, los flancos y aun la retaguar– did de 'los sobrevinientes, cercados así, por todas partes, de una ml.~cliedumbre, si i:qdisciplinada y casi inerme, decidida a defen– der su hogar y su terruño, a lidiar y a vender cara la vida. Era que, a la nueva de la cercanía en que se hallaban los re– fuerzos reales, resucitaron en esos infelices, de un lado, las exal- (9) De Andahuailas "regresóse Alvarez a su destino de segundo jefe de la provincia del Cusco" .- Camba, t. I, pág . 346 .

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