Historia de la emancipación del Perú: el protectorado

558 GERMAN LEGUIA Y MARTINEZ taciones patrióticas suscitadas en sus corazones por la presencia y el ejemplo de las fuerzas de Arenales; y revivieron, de otro, los recuerdos de la trágica, pero gloriosa expedición que, en 1814, tra– jeran a Huamanga los ínclitos próceres Gabriel Béjar y Manuel Hurtado de Mendoza, así como el de las barbaridades perpetradas por el rencor de los famosos "talaveras'' y de su rudo jefe, tenien– te coronel don Vicente González tras las matanzas, que no victo– rias, de Huanta (3 de octubre de 1814) y Matará (4 de febrero de 1815). VII Dirigidos y entusiasmados por los heroicos indios Landes, Te– rres ( 1 O) y Corvera, y por el mestizo José Barreda o La Barrera, agentes y corresponsales de Otero y de Arenales, huamanguinos y morochucos alzáronse, como un solo hombre, sin más armas que un cañoncito pedrero, unos cuantos fusiles viejos y escopetas, y los elementos cuasi inofensivos, tradicionales de la raza: galgas, hondas, picos y rejones -congregáronse en cerros y quebra– das-; escalaron las más altas cúspides; y al ronco son de los enormes huacras (cuernos incaicos legendarios), decidieron -lo dijimos ya- cerrar la marcha de los i11vasores y lidiar hasta ven– cerlos o morir. Allí, a manera de infantería desordenada y en descanso, los huamangas, vástagos de los valientes pocras; allí, como caballería de exploración, los irreductibles iquiches y los morochucos, ca– balgados, éstos últimos en sus caballejos depresos y raquíticos, pero infatigables; diestros en el lazo; émulos de los gauchos en el arte de "tirar la huasca" y lanzar y recoger "las boleadoras". VIII Bien sabían Ricafort y sus subalternos -por 'la experiencia que traían de la guerra de mOITTtoneras del Alto Perú- la incon– sistencia y hasta insignificancia de esos patrióticos núcleos, fin– cados exclusivamente en el número, y no en la organización y la disciplina; aun sin considerar la potencia desigual, inmensamente inferior, de los medios de ataque y de defensa de los naturales opo– sitores. (1.0) Torrente los llama Landeras y Torres. Op. cit., loe. cit.

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