Historia de la emancipación del Perú: el protectorado

LA CUESTION DE JAUJA 45 predominan sobre la tenue claridad. Lavalle da la voz de "alto", y tanto para no desvirtuar con cualquier fracaso o emboscada, posi– bles, en la sobreviniente oscuridad, el gran éxito obtenido, cuanto porque la mayoría de los caballos, temblorosos y anhelantes da señales de extraordinario cansancio (7), suspende la persecución. En la cuesta abandonados por la tropa contraria, atenta sólo al desbande y el derrumbamiento -cual sucede en todo pánico– los vencedores, encuentran y capturan dos cañones, varias cargas de pertrechos, tercerolas, sables, cantimploras, etc. Se toca reunión y se llama lista: todo el personal de la columna responde al res– pectivo llamamiento; todos están presentes, así los oficiales como los individuos de tropa: no resulta un solo muerto patriota; ni siquiera un herido. Jamás se ha conquistado triunfo más completo con menos sacrificio. VII Dase descanso al la caballada; y no sustento, porque no le hay en esa cúspide pétrea, pel.::lda, muerta. Uno de los· voluntarios jat.jinos indica la existencia de un mo– lino próximo en que nunca falta algún potrero de alfalfa. Lavalle deja en la cima una avanzada competente, al mando de un oficial; y se dirige al paraje aludido, que demora tan sólo a media legua. Al aproximarse la columna, percibe voces y gritos de personas, así como tropel de caballerías. El jefe destaca dos partidas, a derecha e izquierda de la vía, mientras él procede, de frente, con el grueso de sus granaderos y agregados. Penetra en el molino, y sorprende a un sargento y a cinco soldados del Rey, que conducen catorce cargas de equipaje, de Montenegro y su familia, de sus jefes y oficiales, y de los emi– grados españoles, funcionarios o no, que, escapando a la persecu– ción de los independientes, van en esos momentos camino de Tarma. El potrero existe, pero está talado. Lavalle ordena el regreso a Jauja. Deja a los prisioneros y equipajes capturados, al cuidado del teniente Navarrete, que recibe orden de llevar unos y otros al si– gmente día. (7) "La ma or parte de los caballos estaban muy rendidos, por la mar– cha forzada del día (dieci i te legua ), por la fatiga y el trabajo de esa no. che, y, lo peor de todo, por estar muy mal comidos'' - Id. id. id.

RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx