Historia de la emancipación del Perú: el protectorado
566 GERMAN LEGUIA Y MARTINEZ naturales acobambinos, que, con versatilidad rayana en la traición, saliéronles de guerra en plena vía, dando oídos a las calumniosas especies derramada por los agentes españole_s (2). III Aleccionados los huantinos -aunque todos conocidamente patriotas- por las sangrientas sofrenadas acabadas de infligir a los huamanguinos y cangallos o morochucos, recibieron, mal de su grado, sin la mínima resistencia, a Ricafort y a sus soldados, que luego prosiguieron hacia el norte, en marcha cuidadosa y pau– latina; anheloso de dar término a ese viaje que parecía no tener– lo nunca, y en que aún faltábales limpiar la senda de no pocos obs– táculos, primeramente en busca de la división O'Reilly, para unirse y batir juntos a Arenales, con quien presumían haberse unido a su vez Bermúdez y Aldao; y después, por haber de destruir las mon– toneras que bullían en el tránsito, así en Huancayo y Tayacaja, co– mo en Jauja, Tarma, Yauyos y Huarochirí, para en fin encaminar– se a Lima. Prosiguieron, pues, hacia Izcuchaca; atravesaron el famoso y antiguo puente de este nombre; y, ·cruzando la provincia actual de Tayacaja, penetraron en la de Huancayo. Completamente pronunciada esta última a favor de la indepen– dencia, desde el paso de Arenales; y actualmente en plena conmo– ción, con la protectora presencia de las tropas de Bermúdez y Al– dao (sin contar a Otero), habíase, digamos así, congregado en tor– no de esos corifeos patriotas, abandonado entusiastas sus hogares y dejado los pueblos del contorno desiertos, a la primera nueva del avance de Ricafort. Enfureciéronse los realistas de este abandono y de ese entu– siasmo, y, ya que no a los pobladores mismos, puestos fuera de su alcance, castigaron con ensañamiento a los caseríos solitarios, que encontraron desprovistos de todo género de recursos, porque los vecirw~ habíanselos traído todos. Así que incediaron cuantos pue– blecitos vieron en el camino, inclusive el de Acostambo, fronterizo del de Huayucachi, en donde, a distancia ae solas cinco leguas, ofredanse acampados, en serena expectativa, los cuerpos de mili– cias de Tarma, Jauja e lea, con las compactas cuanto numerosas jndiadas "insurgentes" de Ja zona. (2) Al retirarse Aldao y Bermúdez por Acobamba, dice Paz Soldán, '"fue_ ron allí rechazados por los indios con piedras y palos".- Op . cit., t. I, pág. 128 .
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