Historia de la emancipación del Perú: el protectorado
DEPOSICION DE PEZUELA 697 Valdés se desenvuelve con calor, con violencia, con agresividad royana en el odio: es duro, mucho más duro que su colega. También hablan Seoane y García Camba. Valdés extrae de bajo la botonadura del pecho una representación que tiene lista de antemano; la lee en medio de la atención y el silencio general; e invita, con Canterac, a los circunstantes a suscribir el irrespetuoso documento. Reina al principio silencio sepulcral. Al leerse, en seguida, la conminatoria escrita, relampaguea el contento en los unos, exteriorízase el estu– por en los otros. Algunos se entregan a tartamudear breves palabras: no es conveniente, dicen, dar un paso, como ése, tan extraordinario y grave; y menos en los términos irrespetuosos en que está conce– bido. Otermín se atreve, no a defender al virrey, pero sí a calcular las consecuencias del acuerdo. No contamos, expone, para el presente caso, con la voluntad del pueblo, ni con la ayuda de las fuerzas de Lima y el Callao. Pueden ese pueblo y estas fuerzas protestar de lo ocurrido, surgir una reacción y producirse una lucha civil, que favo– recerá el triunfo de los enemigos. Canterac, enfurecido, replica: JtNo firme Ud., si no quiere; y retírese el que piense y quiera lo mismo"! Se levanta y estampa su firma al pie de la conminación. Síguelo Valdés, y hace lo propio. Lo imitan los demás jefes, Otermín inclusive, aplanados, mudos, sin energía para contradecir y contra– rrestar la acción de sus compañeros. Tibieza? temor? indiferencia?. De todo. Como siempre en toda agrupación, se imponen los más enér– gicos, resueltos y audaces, y queda, desde ese instante, consumada la ruina de Pezuela ... VIII El documento acabado de suscribir en el campamento de Asna– puquio, concreción del escándalo perpetrado, en su creciente ago– nía, por el elemento militar español, en la más importante y rica de las colonias por él poseídas en el continente 1 estaba redactado en los siguientes términos: "Excmo. Sr.:-Los jefes del ejército naional que suscriben, cuando ven desmoronarse el edificio político en esta parte de la América; cuando notan un aumento progresivo en el enemigo y una decadencia rápida en nuestros medios de defensa; cuando la falta de recursos en el centro mismo de ellos frustra aun los planes más bien combinados; cuando las providencias del gobierno exigen un profundo silencio en las circunstancias actuales, son sabidas del ene– migo y del pueblo antes que de los mismos encargados de su eje-
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