Historia de la emancipación del Perú: el protectorado

DEPOSICION DE PEZUELA 699 ces (aunque no del Gobierno), ya no existirían para nosotros las provincias de Huancavelica, Huamanga, Cuzco y Arequipa, y ya se– rían inútiles los refuerzas de este ejército para la conservación de la capital; males incalculables, sin más origen que la falta de ex– ploradores .Y de espías. Sábese, por fin, aunque tarde, e,l movimiento de Arenales; sábese, igualmente, que otra división, al mando de Al– varado, .debía marchar al Cerro de Paseo, a proteger la reunión del primero; y, en lugar de deshacer esta combinación con la división de vanguardia situada ·en Chancaíllo, desmémbrase ésta, se le ha– ce retroceder desde los altos de Achal, cuyo movimiento habría bas– tado solo para que no se separase Alvarado del grueso del ejército; pero sin embargo, destínase una expedición al Cerro de Paseo, a objetos que ya no existían, y, siguiendo el poco cálculo en las com– binaciones, señálase una fuer za que, si era muy superior a la d~ Alvarado, no bastaba, ni por su calidad, ni por su número, a la nueva operación de impedir el paso a Arenales. El triste y trascen– dental resultado de esta operación, previsto por todos los jefes pensádores .del ejército, probó lo falso de esta medida. De época antigua venían las sospechas sobre las opiniones de la mayor par– te de los oficiales de "Numancia". Estas llegaron a ser realidades. Algún tiempo después, la opinión pública las describió en pasqui– nes anónimos y conversaciones enérgicas. Sin embargo, no se to– maron las medidas necesarias; y, en su lugar, se .dejó este cuerpo en la vanguardia, como única fuerza de ella, que fue lo mismo que animarlo a la ejecución de su meditado proyecto; paso escandalo– so, que .disminuyó nuestro ejército, aumentó el del enemigo, opacó nuestra fuerza moral, y puso la capital en estado de perderse; y tal vez se hubiese perdido, a no ser por la cobardía del enemigo; paso que pudo y debió evitar el Gobierno, sin la desgracia, que le ha per- 5eguido de errarlo todo". "Pero no consisten en estos hechos los principales actos en que se apoyan los jefes, para oficiarle de errónea la conducta del Gobier– no, que debió dirigir sus miras y celo a formar ejércitos proporcio– nados a los peligros que de larga fecha nos amenazaban; asegurar los medios de subsistencia, estableciendo un plan bien calculado y constante de economía; y asegurar la tranquilidad de las provin– cias, colocando a su cabeza hombres aptos y de fidelidad probada, separando, con pretextos especiosos, a los que daban sospechas o no eran para el caso. Veamos si obró en este sentido, o si procuró todo lo contrario". "Cuando repetidas noticias aseguraban el proyecto de San Mar– tín de invadir este virreinato, después de haber concluído en Chile

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