Historia de la emancipación del Perú: el protectorado

700 GERMAN LEGUIA Y MARTINEZ con la división de Osario, pérdida que, sin aventurar nada, se puede atribuír al Gobierno, como igualmente la de la fragata "Isabel", que fue una consecuencia de la prim·era; se trató en Lima de farmar un ejército que asegurase la capital y costas inmediatas; y en Are– quipa, una división para cubrir aquella provincia. La experiencia había acreditado que el soldado americano, propenso a la deser– ción en todas partes, lo era más infaliblemente al alcance del recla– mo de sus familias. A pesar de este convencimiento, de las enérgi– cas demostraciones de varios jefes, y de que los peligros no estaban tan próximos, que no diesen lugar a reemplazar los puntos con gentes de provincias lejanas, se despreciaron estas verdades; y la recluta, al fin se compuso de las m·as inmediatas; de que resultó que los cuerpos fueron un depósito, obligados a reemplazarse, en casi toda su fuerza, cada dos meses, ocasionando esta conducta grandes gastos y desalientos en los jefes. Algunos cuerpos de mili– cias llegaron a tomar una actitud tan militar, que igualaban a los de línea; pero la imprevisión los desacuartelaba continuamente, bajo el pretexto de falta de recursos, cuando estábamos muy lejos de tocar que este extremo; y, por noticias -a su antojo, y para con– secución de sus miras mercantiles- difundieron los extranjeros y -algunos nacionales, más atentos a su interés que a los progresos de la causa; y cuando el enemigo se hallaba quizá a bordo; cuando repetidos avisos anunciaban la verificación de su proyecto; se man– dan licenciar tropas en el ejército del Perú y en la división de Are– quipa; medida escandalosa, y que unos atribuyen a traición abier– ta, y otros a una crasa ignorancia". "En las grandes crisis es cuando se deben m·anifestar las vir tudes; y los españoles (americanos y europeos), que, por fortuna, no se hallan desunidos de ellas, han dado pruebas incontestables de que no carecen de desprendimiento. Testigos de verdad, los con– siderables sacrificios hechos por el comercio, por las corporaciones y por particulares>· pero todos, al mismo tiempo, desean igualdad en las exacciones y buena administración en los recaudos; y todos desean que las primeras autoridades den el ejemplo, que general– mente es seguido con gusto por los demás. Los jefes que suscri– ben están muy distantes de creer que el Gobierno ha atendido estos objetos. Todos se quejan que a ciertas clases y particulares no se les obliga a contribuir, por temor de que, resentidos, repre– senten contra los errores. del Gobierno. Todos ignoran el paradero de los ingentes caudales sacados por contribuciones y empréstitos; y, si una opinión general en todas clases debe ser creída, la mal– versación ha sido crecida y larga. El comercio se ve afligido con las

RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx