Historia de la emancipación del Perú: el protectorado

DEPOSICION DE PEZUELA 701 considerables pérdidas que le ha causado un escandaloso contra– bando y la tolerancia con el extranjero; y la causa no ha padecido menos con el espionaje de éstos, y los triunfos que, a su sombra y con su auxilio, han conseguido los enemigos". "El ejército se resintió también de que los cuerpos de Lima per– cibiesen sus haberes completos; los de Arequipa, las tres cuartas partes; y los del (Alto) Perú, la mitad; que la revocación de la or– den que disminuía los sueldos a los de Lima, es tenida, en la opi– nión pública, por una medida que evitaba a V.E. el dejar de per– cibir la tercera parte de sus sueldos. Es una desgracia, Sr. Excmo. que la opinión llegue a creer tan relajado su gobierno; pero esta opinión cau.sa males incalculables, cierra las bolsas de los contri– buyentes y destruye la confianza, tan necesaria para nuestros triun– fos y seguridad''. "La experiencia ha acreditado que los pueblos de América rara vez se mueven, cuando tienen a su cabeza jefes de fibra, de ener– gía y de virtudes. Los medios que éstos tienen para hacerse de sé– quito, y para sofocar en su cuna los proyectos subversivos, impi– den, las más veces, su realización. Contra todos estos datos, contra la opinión pública y la de varios jefes, nombró V.E. al brigadier Vivero por gobernador de Guayaquil, es decir, para un punto ame– nazado por su frente y retaguardia; y otro, que sólo entre nosotros mandaría un batallón, por sus vicios e inumerables nulidades, mar– chó a la cabeza de la tropa que había de asegurar su tranquilidad. Todos estarán conformes en las calidades que adornan al brigadier Vivero como hombre particular; pPro no habrá, ni había uno, a ex– cepción de V.E., que lo creyese apto para el gobierno militar y político de Guayaquil; y el triste resultado que experimentamos acredita lo acertado de la opinión general y lo desgraciado que V. E. ha sido siempre para elegir. Fechaban de muy atrás las sospe– chas sobre las opiniones del brigadier marqués de Torre-Tagle. Sus principios, demasiado conocidos, y manifestados por él muy a las claras. a nadie dejaban duda de cuál sería su conducta en una crfais. Sin embargo, V.E. lo nombró intendente de Trujillo, que fué lo mismo que regalar esta provincia al enemigo; lo que no hubiera sucedido en su gobierno de La Paz, pues se hallaba observado de cerca por el ejército. Y, si en esto tuvo V.E. la mira de sostener a Sánchez Lima a la cabeza de esa provincia, como hechura y fa– vorito suyo prefirió sus pasiones al bien general y a las órdenes del Gobierno". "Sería interminable la relación de los yerros políticos y mili– tares que han puesto a este país a los bordes del precipicio; y es

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