Historia de la emancipación del Perú: el protectorado
704 GERMAN LEGUJA '\' MAR'11NEZ X Teniendo en mira cualquiera resistencia del virrey, y aun la posibilidad de una reacción, que, aunque no diesen al traste con la deposición decretada, encendiesen, cuando menos, una guerra civil; acordaron los corifeos del pronunciamiento multitud de precau– ciones, dirigidas a conservar su decisión en el más absoluto secre– to, mientras no quedase totalmente consumado el golpe. Ni las au– toridades ni el vecindario, ni las tropas de Lima deberían saber na– da hasta después de la cesación de Pezuela; y el mismo ejército de Asnapuquio debería ignorar lo ocurrido hasta que conviniese su re– velación. Echóse, pues, a volar en el campamento, la especie de que se aproximaba el enemigo, de un lado; y la de haberse producido desórdenes en Lima, de otro. Para lo primero, se llamó el ejército a las armas, y se lo colocó en línea por columnas; pero de modo que los cuerpos seguros quedasen a los extremos; y los dudosos o de jefes poco firmes, se hallasen, en el centro, susceptibles, por lo mismo, de ser, en caso preciso, encerrados, cohibidos, o sofrena– dos por la fuerza. Para lo segundo, hízose partir en el acto a Seoane, al frente de una compañía de infantes y de dos piezas de artillería, que por supuesto no avanzaron hasta la capital, perfectamente tran– quila, sino que se estacionaron en Puente-Piedra, para cortar todo contacto y comunicación con la ciudad e impedir que los limeños llegaran a imponerse de lo que pasaba. Hecho todo lo cual, se co– misionó al capitán don Antonio Placencia, para llevar la conmina– ción a Lima, con encargo de ponerla en manos del coronel don Juan Loriga, quien estaba, con anticipación, enca rgado a su vez, de poner el documento respectivo, lacrado y sellado, en manos pro– pias de Pezuela.
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