Historia de la emancipación del Perú: el protectorado

DEPOSICION DE PEZUELA 713 VII Eran la una y media de la tarde ( 12). A esa hora deliberadamen– te apuntada por Pezuela al margen de la comunicación anterior, La Serna pasó a su domicilio con los "diputados del ejército", Valle– Umbroso y Seoane. Los miembros restantes de la Junta después de felicitar al virrey novísimo, que afectó ante ellos no poder ni querer admitir el nombramiento, también restituyéronse a sus casas, no sin despedirse de Pezuela con grandes muestras de benevolencia y de consideración. Los diputados permanecieron con su ídolo momentos más, y luego tornáronse a Asnapuquio, a dar cuenta a sus conmilito– nes de estar completamente coronados los objetivos del pronuncia– miento. El abdicante, por su parte, dirigióse, instantes después, a su alojamiento privado de la calle de San Antonio, y preparóse a dejar la capital en unión de su familia. Al salir del palacio de Pizarro, en el que había imperado durante cuatro años, seis meses y veintidós días, acompañado de su yerno, coronel don Rafael Cevallos y Escalera (13); y de su íntimo amigo, coronel don Manuel José de Peralta, marqués de Casares, su edecán de preferencia, no dejaría de pen– sar en la vanidad y futileza del poder y demás gloria de este mundo; ui de recordar, acaso, con vivos resquemores de conciencia, la ma– nera dura e indecorosa con que trató (caído ya como él) al marqués de la Concordia, el gran virrey don José Fernando de Abascal y Sou– sa, su predecesor en la administración del reino. Tranquilo, gozoso, hasta feliz por el enorme peso de que, sin faltar a su deber, veríase eximido para en adelante y sin su culpa, requirió la presencia del Dr. D. Bartolomé Bedoya, exfiscal en lo civil y lo criminal en la Audiencia del Cusco y auditor general de guerra del virreinato; y ante él formuló protesta en forma contra la violen– cia con que quedaba depuesto de su investidura (14). Y aquel mis– mo día, a las seis de la tarde, a la luz suave y melancólica de uno de esos crepúsculos vespertinos encendidos, sobre el vecino mar, (12) Paz Soldán afirma que ''a las dos y media".- I, 145; pero la hora exacta que aquí apuntarnos es la que aparece de la nota que Canterac y demás jefes dirigieron a La Serna participándole su proclamación, nota que se verá después. (13) Casado con doña Carmen de la Pezuela, hija del ex_virrey. La otra hija de éste, doña Juana, se enlazó más tarde (en España) con Loriga, corno ya se dijo anteriormente. (14) Bedoya, arequipeño, realista recalcitrante, falleció, cuatro años des– pués, en 1825, refugiado en la plaza fuerte sitiada del Callao.- V. a Mendibu_ ru, t. II, pág. 24.

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