Historia de la emancipación del Perú: el protectorado

734 GERMAN LEGUIA Y MARTINEZ supuesto la bastardía de su elevació al solio virreinal, fue el único representante regio que no reveló, en lo mínimo, aquella hidrópica sed de riquezas con que macularon su reputación los virreyes todos, o casi todos, enviados a esta colonia hispana por los gobernantes de la Península. En la mayor parte de su período administrativo (de cuatro años), fueron muchísimas las ocasiones en que, por la pobre– za creciente del fisco, o por preferir el abono, siempre tardío o esca– so, de sus subalternos, dejó de enterar, en su gaveta particular, esa retribución, ya bastante castigada (en un ochenta por ciento), que, sin escándalo de nadie, pudo y debió constantemente percibir. Y así ocurrió que, al volver a España después de su derrota de Ayacucho, según "liquidación fehaciente de sus haberes, consta que se le adeu– daba un alcance de 142.747 pesos", de donde con razón se ha asenta– do que fue "hombre de probidad calificada, desinteresada y extraño a la codicia y a los negocios" (14). (14) Mendiburu, op. cit., VII, 285 y 286 .

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