Historia de la emancipación del Perú: el protectorado

74 GERMAN LEGUIA y MARTINEZ y metralla que se le dirige. Por dicha, ésta última pasa bastante alta para no ofender del todo a los atacantes; pero siempre acierta al– gunos blancos. El capitán cordobés don Pedro López, que marcha valientemente, espada en alto, delante de su compañía (la primera del número 11), queda tendido en la ruta, volada una de sus extremidades inferiores por certera bala de cañón. Los patriotas, bastante alejados aún, retribuyen, con descargas cerradas primero, y con un fuego vivo a discreción después, la granizada de muerte que sobre ellos derraman los realistas, tran– quilos y seguros allende la anchurosa acequia que protege su po– sición; posición dominante por la altura, y que intercepta seriamen– te el paso y el avance del enemigo. IV Descubre, en ese instante, Deheza que la tal cortadura no es un foso, sino una gran sangría de riego o de desagüe; comprende, an– te la subsecuente visión de unos como estribos laterales emplaza– dos en la lejanía y a la derecha, que ha existido en ese punto "un puente de arquería de piedra", destruído para hacer el pasaje inac– cesible; penetra, con ojo diestro, la posibilidad de salvar el obs– táculo por allí, utilizando aquella arcada, incompleta, pero no del todo a los costados derruída; avista, algo más allá, la compuerta que el acequión ofrece, sobre su boca, en la laguna, compuerta semidestrozada a su vez; escoge para sí el pasaje más próximo, o sea el de la arcada u ojo pontino, mientras otro oficial vence el obstáculo opuesto por la compuerta; y ordena, en consecuencia, al jefe de la compañía de cazadores de su cuerpo, capitán don Ni– colás Medina, dirigirse, en sentido Este, hacia las Patarcochas; ga– nar el posterior de esos parajes, felizmente no tan apartado del anterior; atravesar el foso o acequión por esa parte, esto es, por la boca o lo que fuere, "como el terreno se lo permita"; y, en esa dirección, embestir de flanco a los contrarios, mientras él -Dehe– za --i sigue su camino recto, por la arcada, sobre la derecha enemi– ga. Medina se dispara incontinenti, con veinte cazadores al blanco de su ardua comisión, para lo cual se desprende de su columna de batalla, y desfila hacia su diestra por hileras longitudinales o en guerrillas, ocultando aquel flamante movimiento "por entre una serie de chozas y ranchos existentes entre la laguna y el camino real".

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