Historia de la emancipación del Perú: el protectorado
76 GERMAN LEGUIA. y MARTINEZ por súbita centella, vacila y cae, felizmente salvo, al golpe furibun– do de extraño y milagroso proyectil que respeta su vida, el bonae– rense don Manuel Saavedra, ayudante de Deheza; oficial que, aun más excitado por el percance, lidia y sablea talaverinos, transfor– mado en una fiera (3). VII En tanto que sus hermanos ~'Jcumben, los demás vuelan: "Sin dar tiempo a los contrarios para cargar segunda vez sus fusiles", descuélganse sobre los realistas en esa carga a pura arma blanca, en instantes en que, hacia la izquierda de los acometidos, vibra otra corneta patriota que, con toque igual y tras formidable des– carga, impele a los veinte cazadores de Medina, conducidos al trote, después de rauda marcha y diestramente trasportados allende el ace– quión por sobre la compuerta de éste en la laguna ... Batida tal, de frente y flanco, deja "estupefactos" a los aguerridos y presun– tuosos soldados del 'Victoria", que vacilan, retrogradan, se entre– chocan, se envuelven, y no aciertan a cerrar el cuadro prescrito por su comandante, valeroso coronel don Manuel Sánchez, jefe que se multiplica, viene, va, rabia, . grita y se enronquece. Nada obtiene el sereno chapetón con sus excitaciones y amenazas. Sus subalter– nos "se acobardan, pierden su posición y retroceden agrupados a parapetarse en las tapias de unos corrales y chozas que hay como una cuadra a retaguardia" (4). El resto del número 11 ha atravesado en tanto el zanjón, y aun hécholo inocuamente favorecido por aquella barahunda, como que Deheza no ha necesitado de su fuerza total para así aventar y correr a los talaverinos. Reunido ya todo el batallón argentino, reitera, irresistible, tantas cargas a la bayoneta, cuantas son las veces que pretenden encarárseles los derrotados; infelices a quienes su comandante se empeña en reunir y reorganizar, aunque en va– no con persistencia y arrojo dignos de mejor suerte. El corneta del 11, José Pinto, se enreda en un duelo singular con el oficial abanderado del "Victoria", teniente Luis Rante; le derriba de una (3) Llevaba este oficial siete pesos fuertes en el bolsillo del pantalón, y la bala de fusil que acertó a pegar sobre ellos, se acható y quedó dentro del mismo bolsillo. Pasado el combate, fué a reconocer el efecto que le hubiese causado, por el dolor que sentía, y sólo descubrió una gran mancha en la parte contundida; pero, con el mayor asombro, descubrió (también) la bala en– tre el dinero, la que nos enseñó y conservaba como un r ecuerdo". Apuntes cits . de Roca, pág. 500 . (4) Roca, id. id., pág. 499 .
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx