Historia de la emancipación del Perú: el protectorado

CAPITULO VIII ANDRES SANTA CRUZ.- FIN DE O'REILLY I Dejamos a Lavalle en los momentos en que, llegando a él un ayudante de Arenales, con la orden de arremeter a la caballería rea– lista - que, intacta y en perfecta formación se retiraba del campo sin combatir - emprendía inmediata persecución contra esa caballe– ría, compuesta en su mayor parte de milicianos de Carabaillo, y co– mandada, según sabemos, por el teniente coronel americano Andres Santa Cruz. Abalanzáronse veloces y entusiastas los ya célebres granaderos y cazadores a caballo del Ejército de los Andes, con Lavalle y con Suárez a la cabeza, abandonando la pequeña llanura en que acaba– ban de encontrarse, a la izquierda y fuera de la línea de acción; y aventuráronse imprudentemente en la región de los pantanos, que, según se expuso, extiéndese a las afueras meridionales y suburbios occidentales de la población. Su objeto era acortar y ganar distancia, siguiendo en lo posible un trazo recto, sin perder tiempo en el mismo prolongado rodeo que los contrarios practicaban en ese instante, para ponerse sobre alguna de las vías de la costa; vías que, por ese lado, y atravesando la rígida y prominente cordillera de la Viuda, empinada hasta los 4.655 m de elevación soore el nivel del mar, eran dos, por lo menos: la de Canta y la de Cajatambo u Oyón. II Pero la naturaleza, más rebelde y poderosa que los hombres, burló aquel propósito primario, hijo de la ignorancia en que los expedicionarios manteníanse acerca de la sección superficial en que llevaban adelante sus maniobras. Los batidores delanteros enfangáronse y semihundiéron e en la traidora y vasta ciénaga, enmascarada por musgosos manchones de verdura, cuando nó por enormes claros de apariencia pétrea o terro-

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