Historia de la emancipación del Perú: el protectorado

110 GERMAN LEGUIA Y MAR'f!NEZ cia del Perú --0, diremos mejor, de San Martín- era un factor favorabilísimo a sus proyectos, factor que comprendió deber aprovechar, ya que el abandono del campo por parte del rival preferido, dejaba la conquista de aquél expedita para quien su– piese adelantarse en su ocupación. La tropa expedida con Mires, era una insignificancia, a lo cual debía atribuirse el fracaso de sus negociaciones. Pensó, por consiguiente Bolíva1·: l? en enviar sobre la marcha un núcleo de fuerzas capaz de dar asidero, pro– tección y aun poder a los escasos partidarios de Colombia; fuer– zas que, en el instante preciso, cooperaran al triunfo de los inte– reses de esa nación, por la imposición y la violencia, si ello fuere necesario; y 2? en escoger a un hombre activo, prudente, patrio– ta y sagaz, adecuado en fin para la propaganda benévola prime– ro, y para la acción decisiva después; que relegase a Mires al campo exclusivamente militar, siempre bajo sus órdenes; y que asumiese, con la dirección bélica suprema, requerida por la cam– paña antirrealista que en todo caso había de emprenderse, una representación política y diplomática amplia e irrestricta, pres– tigiada por la confianza del Libertador, de quien debía aparecer como segundo y, si fuera conveniente y factible, como su misma voluntad ·Y su misma voz. XXIX La inquietud y los cuidados de Bolívar agraváronse legítima– mente con la respuesta terminante que, tratándose de Guayaquil, dio Aymerich a los comisionados realista y patriota (coroneles José Moles y Antonio Morales), encargados de notificarle la ob– servancia del armisticio general pactado en Trujillo de Venezuela el 27 de noviembre de 1821 y la consecuente inmediata cesación de las hostilidades. Empeñóse Morales, como Mires, en que la pa– cífica exponsión se extendiese al territorio emancipado del Gua– yas; pero Aymerich rechazó rotundamente la propuesta, y con ra· zón, ora porque hacía mucho tiempo que el gobierno guaya– quileño, dijo, no pertenecía a Colombia, sino al Perú; ora por– que la Junta Suprema presidida por Olmedo habíales oficialmen· te hecho saber que "Guayaquil se había puesto bajo la protección del general San Martín". Tal réplica entrañaba dos peligros: o la pérdida de la ansia– da posesión, que habría de ser vencida necesariamente, entrega– da a su suerte; es decir, no auxiliada por Colombia ni por el Perú; o esa misma pérdida, en todo caso, para Colombia, si Guayaquil

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