Historia de la emancipación del Perú: el protectorado
LA CONTROVERSIA 125 drada, infatigablemente, a la labor indicada, con tanta mayor ra– zón, cuando que el mismo 15 de mayo había despachado a Qui– to al capítán Eusebio Borrero, comisionado para comunicar al Presidente Aymerich que, en cuarenta días a partir de aquella fe. cha, o sea el 24 de junio, se romperían las hostilidades; no sin facultar al propio Borrero para una prórroga de Ja tregua por sesenta días más, so pretexto de aguardar el resultado de las ne– gociaciones Sartorio y Espelius, que se daban mentidamente por reanudadas; pero, en verdad, para dar tiempo a que se presen– taran en Piura, Loja y Cuenca los cuerpos auxiliares solicitados y esperados . del Perú (11). Pues sucedió que e l 16 de julio, en Ja madmgada, aprove– chando la ausencia de Sucre y del ejército en el cuartel general de Samborondón, los reali?tas de Guayaquil, con el marino pe· ninsular don Ramón Ollagues a la cabeza, asaltasen y ocupasen de súbito todas las fuerzas sutiles y embarcaciones a rmadas que Jos patriotas poseían en el puerto, al mismo tiempo que la divi– sión de vanguardia, acantonada en Babahoyo, pronunciábase con· tra Ja patria y por el rey bajo la sugestión del traidor coronel Nico– lás López. La corbeta Alejandro, de veintidós cañones; los dos ber– gantines de a dieciocho, comprados, como la a nterior, en Chile; y las demás naves fluviales, descuidadamente fondeadas en la ría, cayeron en manos de la reacción, felizmente domeñada horas des– pués por acción conjunta y entusiasta de la guarnición y del pue– blo (12). Noticiado Sucre del suceso, envió a su subalterno, co– ronel Cestaris, con parte de las fuerzas leales sobre Babahoyo; y él mismo, con el resto, voló enfurecido a Guayaquil, donde con– sumó, con sus armas y presencia, Ja contrarreacción valientemen– te comenzada por el vecindario. Allí castigó inexorablemente a los cabecillas del movimiento, e hizo, con prudentes y severas medi– das, renacer la confianza y el orden; mientras López, y su cóm– plice Salgado huían de Cestaris y, tomando la vía de Guaranda, iban camino de Ríobamba, a reforzar las filas de Aymerich. La ejecución de los principales realistas conjurados, la desa– parición de otros, y el terror e inactividad sobrevinientes a la ca- ( 11) Nola a Briceño Méndez, 15 de mayo: Col. Aranda, t. III, pág. 47. El anuncio de Sucre a Aymerics hacíalo aquel jefe en cmnplimiento del artículo 12• del armisticio de Trujillo, según el cual la parte que tornase a romper las hostilidades, quedaba obligada a avisar el hecho a la contraria, cuarenta días antes del rompimiento. (12) Ya se han narrado también los incidentes de esta sublevación rea– lista en las págs. 480 y sigs. del vol. VI.
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