Historia de la emancipación del Perú: el protectorado
LJ\ CONTROVERSIA 131 Efectivamente, Sucrc, que, con la expedición de la primera medida, creyó haber puesto una pica en Flandes, embarcóse satis– fecho (pues no otra cosa aguardaba) en la noche misma del 31 de agosto; y, creyendo, con una actividad tardía, recupera r los doce días p~rd idos lastimosamente en sus intrigas desde el triun– fo del 19, amaneció en Babahoyo el l ?; movióse con mil trescien– tos hombres sobre Balsapamba; y el 2 de setiembre ocupó a Guaranda, después de hacer que dos columnas de cívicos guaya– quilcños saliesen a distraer Ja atención del enemigo: una, con el coronel Luco, por el Naranjal hacia Cuenca; y otra, con nuestro conocido el comandante de marina J ohn Illingworth (vuelto de Colombia a Guayaquil con Sucre), por la senda boscosa del Sa– potal, Cararama y Angamarca, sobre Latacunga. Perdidos doscien– tos hombres, entre enfermos y desertores, y falto de cabalgadu– ras, avanzó, sin embargo, sobre Aymerich, ya abundantemente re– forzado en Ríobamba; y acercóse a los adversarios, resuelto a combatir. Vimos ya (17) cómo y por qué fue el 12 de setiembre destrozado en Huachi, campo de combate destinado a ser siem– pre fatal para los independientes; y como, con unos cuantos hom– bres que pudieron escapar del horrendo fracaso, fugó por Pila– huín y entró en Guayaquil, triste, solo y desencantado, a impetrar desde entonces más ahincada, lloi:osa y m isericordiosamente, la ayuda y el apoyo del Perú; ya porque en el cuartel general de Baba– hoyo (que reocupó a fin de recoger dispersos, reorganizarse y re– ponerse) no llegó a contar sino con muy pocos soldados; ya por– que, para entonces, había desaparecido toda esperanza de auxi– lios colombianos. Estaba la nación del norte empeñada a Ja sazón en preparar y acorpeter las difíciles operaciones que era indis– pensable reabrir contra la casi invencible fuerza realista de Pas– to, provincia que encajaba una cuña o solución de continuidad en el territorio colombiano, separando el organismo central de la zona sur, y que mostrábasc indomable y fuerte con el fanatismo monárquico-religioso de su pueblo, y envalentonado sobre las abruptas e inexpugnables posiciones de Juanambú. Y, en efecto, conocida la derrota de Huachi, medida su importancia y calcula– das sus terribles proyecciones, apenas si el Libertador pudo ha– cer apresurar el envío del batallón Paya, ascendente a quinientos hombres, que desde antes tenía mandato de venir en refuerzo de Sucrc, y que al fin presentóse en Guayaquil a mediados de oc– tubre. (17) Págs. 666 y 667 del vol. V.
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