Historia de la emancipación del Perú: el protectorado
132 GERMAN LEGUIA Y MARTINEZ El 25 de setiembre, burlada su esperanza de ver reunida la Junta Electoral (que debió ser convocada para el 15 de aquel mes); aplazada y en peligro de fracasar la suspirada agregación del territorio guayaquileño al de su patria; Sucre decía cuidado– so al Ministro de la Guerra de Bogotá: "Algunos intrigantes influ– yen en que, por la necesidad de un gran peligro, se inclinen los votos del país en favor del Perú. Espero que vendrán los regla– mentos, así para dirigirme, como porque las instituciones liberales de la República acabarán de decidir esta provincia; porque las del Perú se presentan hasta ahora muy liberales, y en la compa– ración se resolverán fácilmente". XIII Mientras todas estas cosas ocurrían en el Ecuador, San Mar– tín, dulcemente adormecido en los vanos encantos y glorias de la reciente ocupación de Lima, apenas si empezaba a volver de su sueño, sacudido por las nuevas que le traían, y por las alarmas y exigencias que le presentaban los emisarios enviados de Gua– yaquil. El 19 de agosto, todavía ignorantes del triunfo de Yaguachi o Coni, alcanzado en esa misma fecha, habían salido de aquel puerto, con destino al Perú, dos comisionados de la Junta Su– prema del Guayas -a saber, don Francisco Roca, miembro de la misma, y el ciudadano don José María Tirapegui- trayendo plie– gos para el flamante Protector en que se clamaba de éste un do– ble auxilio: el que la provincia había menester para recha:1:ar el ímpetu español, que descendiendo de la región volcánica, amaga– ba su autonomía; y el que, de otro lado, necesitaba para contener a sus presuntos conquistadores, instalados en su seno y empe– ñados en defenderla para esclavizarla en su beneficio. "Si V. E., decían, no acelera los refuerzos que con tanta instancia le hemos pedido, la provincia será perdida''. Pedían 500 hombres, "que de– bían volar en su auxilio, bien para obrar por Piura contra Cuen– ca [reocupada por el realista Agualongo]; bien, directamente, por Guayaquil". Y a esos 500 infantes deberían agregarse 200 o más soldados de caballería, mil fusiles, municiones bastantes para és– tos, y mil tiros (de artillería) entre bala rasa y metralla de dis– tinto calibre. "Todo es -concluían- de absoluta necesidad, y franqueándolo V. E., esta provincia se salvará y reconocerá a V. E. por su libertador" (18). (18) Oficio del 19 de agosto de 1821.
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