Historia de la emancipación del Perú: el protectorado
LA CONTROVERSIA 133 Esto, para la defensa contra Aymerich y sus tropas. En cuan– to a los colombianos, los emisarios estaban encargados de expo– ner verbalmente a San Martín, la violencia de que el triunvirato y el pueblo guayaquileños eran víctimas por parte de las fuerzas protectoras de Colombia, atrevidas, insolentes, y a las cuales -pa– labras del m ismo Roca, en carta que desde Paita y con fecha 22 de agosto escribía a Riva-Agüero, presidente del departamento de Lima y amigo antiguo suyo- a las cuales, decia, temían mds por su inmoralidad, que a las mismas tropas del Rey. Precisamente, cuatro días después de la fecha en que salían de Guayaquil al Callao Jos emisarios Roca y Tirapegui (23 de agos– to ), San Martín había (por primera vez) oficiado a Olmedo en los términos que s iguen, destinados a mantener vivo y pertinaz el peruanismo de la Junta guayaquileña, por exteriorización termi– nante del desinterés con que la anexión era y sería siempre con– templada por el Perú: "Desde que recibí la primera noticia del icliz cambiamiento que hizo esa provincia, me anticipé a mostrar a l Gobierno que en tonces existía, por medio de mis diputados, el general Luzuriaga y el coronel Guido, cuáles eran las ideas que me animaban con respecto a su destino. Mi grande anhelo era entonces, y nunca será otro, que ver asegurada su independencia, bajo aquel sistema de gobierno que fuese aclamado por la ma– yoría del pueblo, puesto en plena libertad de deliberar y cum– plir sus votos. Consecuente a estos principios, debo repetir a US, en contestación a su nota oficial del 29 del pasado, que, invaria– ble en el plan que me he propuesto, yo no tomaré otra parte en los negocios de ese país, que la que convenga al cumplimiento de la resolución heroica que adoptó el día de su regeneración. Por lo demás si el pueblo de Guayaquil, espontáneamente, quiere agregarse al departamento de Quito, o prefiere su incorporación al Perú, o si, en fin, resuelve mantenerse independiente de am– bos, yo no haré sino seguir su voluntad y considerar esa provin– cia en la posición política en que ella misma se coloque. Para re– mover sobre este particular toda ambigüedad, es bien obvio el expediente de consultar la voluntad del pueblo, tomando las me– didas que ese Gobierno estime convenientes, a fin de que Ja ma– yoría de ciudadanos exprese con franqueza sus ideas, y sea ésta la norma que siga US. en sus resoluciones, sirviéndose en tal caso avisarme, para nivelar las mías" (19). (19) Documentos del archivo de San Martín, t. VII.
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