Historia de la emancipación del Perú: el protectorado

LA CONTROVERSIA 135 XV San Martín atendió en lo posible a los emisarios; les propor– cionó las armas y municiones que necesitaban, en la medida con– sentida por las exigencias de la guerra en el Perú; y decidió a l fin tomar una actitud definida en esta parte, has ta entonces ma– lamente descuidada, de su a dministración. Por lo que hacía a los refuerzos reclamados con tanta insistencia (más que todo después de la rota de Huachi), transmitió órdenes detalladas y urgentes al presidente de Trujillo general Arenales, para apresurar la ins– trucción y el equipo de las tropas que por entonces se organiza– ban en todo el norte (Trujillo, Lambayeque, Piura y Cajamarca); y agitó al coronel Santa Cruz para la recolección de las que per– sonalmente había ido a levantar en el último de los puntos nom– brados, y para su traslación a Piura por Chota, Jaen y Huanca– bamba. Y, en lo relativo a la defensa y sostenimiento de los de– rechos del Perú sobre la provincia que Colombia pretendía arre– batarle, determinó también, después de tanto tiempo perdido, acreditar en Guayaquil una misión diplomática, que confió acer– tadamente al general de brigada del ejército del Perú don Fran– cisco Salazar y Carrillo, limeño de nacimiento, patriota distingui– do, caballero que había sido en la colonia de la orden de Cala– trava; capitán del r egimiento Real de Lima, ascendido luego a comandante y coronel; diputado del Perú ante el Consejo de Re– gencia de España en 1811; brigadier en 1813; gobernador políti- que "con los elementos que actualmente estaban a su disposición no se atre– vía a garantizar el resultado"; por lo cual se "interesaba por la reunión de los socorros". Y, en la citada comunicación del 19 de octubre, agregaba que "Babahoyo no era susceptible de la menor defensa con las fuerzas que te– nia"; que "no poclia confiar en la resistencia de la capital [Guayaquil), bajo Jos medios fríos que se ponían en uso para salvarla"; que "las tropas pedi– das a Colombia no parecían"; que, con sus medios, apenas si "pensaba en descuidar algunos pasos que entretendrían el tiempo m ient ras iban socorros del Pení"; que "en último caso, se encerraría en la capital, para perecer con ella"; y que, en fin, "suplicaba una contestación que lo sacara de la ansiedad en que se hallaba de recibir a lgún auxilio de tropas peruanas, para deliberar sus operaciones conforme a esa esperanza, o, en la negativa, aceptar el mejor partido que Je ofrecieran las circunstancias". Es preciso recalcar lo que pre– cede, para comprender la importancia del servicio prestado a Colombia y al Ecuador por el Pení, mediante el envio de la división Santa Cruz, sin la cual mal pudo obtenerse la victoria de Pichincha; y para restablecer la verdad histórica acerca de hechos maliciosamente desconocidos o innoblemente ol– vidados por los señores vecinos del septentrión.

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