Historia de la emancipación del Perú: el protectorado

136 GERMAN LEGUIA Y MARTINEZ co y militar de Huarochiri de 1817 a 1819; y sujeto que, como sus hermanos don Andrés y don Juan, poseía grandes prendas de cul– tura, energía, discreción, don de gentes y excelso patriotismo, no· torio y comprobado. La misión en proyecto era tanto más urgente, cuanto que Bo· lívar, ardiendo en deseos de presentarse en el terreno de la dis– puta, manifestaba insistentemente su resolución de venir, y hasta había llegado a pedir, para principios de noviembre, transportes en que trasladarse él mismo de Buenaventura a Guayaquil y con– ducir a las tropas que consigo arrastraba. Y por tan segura •te– níase la nueva de la próxima venida del Libertador, que Olmedo despachó efectivamente los transportes solicitados; uno, entre ellos, especial para el presunto huésped, a quien, en bella carta de 6 de noviembre, decía: "No ha sido posible disponer de un buque digno de conducir a V. E. Tenga V. E. la bondad de dispensar la pequeñez del que se le ha preparado recordando que en uno más pequeño libró César en otro tiempo los destinos del mun– do" ... XVI Designósc a Salazar hacia los últimos de noviembre, y el 30 del propio mes se le expidieron las instrucciones del caso. Ade– más de las generales que, según sabemos, impartía San Martín <> todos sus enviados, relativamente a alianzas continentales y coo– peración común, diósele la determinada, directa y principal, de apoyar los deseos del gobierno y pueblo de Guayaquil, si éstos quisieran la unión con el Perú, expresada su voluntad de reali– zarla "de un modo franco y en completa libertad". Debía, a l efec– to, "proceder con doble cuidado, de no intervenir sobre la forma definitiva de gobierno que la provincia quisiera adoptar; ni en el punto de si debiera quedar agregada a l Estado del Perú, o al departamento de Quito, o bien independiente de ambos; confor– mándose, en todo, a lo que la mayoría del pueblo deliberase es– pontáneamente, y observando, con precaución y sagacidad, los sen– timientos de los particulares y de las personas de influencia". La instrucción, aunque tímida ("expectante" la llama Mitre), era verdaderamente republicana en el fondo; y única, en la for– ma, permitida por las circunstancias. Una vez ocupada Guayaquil y virtualmente poseída por las tropas de Colombia, el empleo de la fuerza representaría la ruptura y la guerra; guerra que sería un escándalo para la América y un positivo desprestigio para su cau-

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