Historia de la emancipación del Perú: el protectorado

138 CERMAN LECUIA Y MARTINEZ tra la violencia y, en una palabra, libre, el resultado no sería en mo– do alguno dudoso, a favor del Perú, ya que, si astutamente, y ha– lagando la pasión autonomista de buen número de guayaquileños, se empezó a propagar la idea de la independencia absoluta, en el fondo y término mismo de esa propaganda, podían bien los acu– ciosos y peruanizantes esperar, con el tiempo, Ja realización inevita– ble de sus expectativas. Todo ello exasperó a Sucre, a sus jefes y oficiales, al elemento femenino que les era afecto, y al grupo colombianista popular, no despreciable, como ensanchado en los últimos meses por falta de eficaz contrapeso y de oportuna contracción (22). Como eran audaces, pues tenían de su mano tropas y cuarteles; en tanto que Salazar estaba solo, desarmado con sus amigos y partidarios, sin exceptuar a la Junta Suprema, prisionera, en su propia patria, tampoco era dudoso que, llevadas las cosas por la senda de Ja vio– lencia, ofreciérase un resultado adverso a l que hemos esbozado en el supuesto de la paz y del libre albedrío. (22) La exasperación de Sucre contra los peruanistas, y especialmente contra el triunviro Roca, que presentábase entre ellos como el más resuelto y fogoso, puede verse por la siguiente carta que, en 2 de diciembre dirigía el joven general al vicepr esidente de Colombia Santander, encargado del mando: "Me es sensible decir a Ud. que ya estoy infinitamente fatigado de la conducta ele este Gobierno hacia nosotros. Algunos de sus miembros [Olmedo y Jimcna] animados de un espíritu de dominación y de mando, aprovechan el influjo que t ienen en la ciudad para aumentar un partido que, renunciando a los deberes impuestos por su misma constitución provisor ia, desea y ali– menta la opinión de que esta provincia debe ser independiente de Colombia y del Perú, para formar por sí misma una pequeña república central, de setenta mil almas, bajo la protección de los dos Estados. Aunque todos los hombres sensatos han ridiculizado la invención, ella gana ele dia en dia en la gente de facción, y contamos seis caudillos, que turban la marcha de los negocios públi– cos y presentan el carácter fatal de la división y discordia. Por fortuna, Ja idea sólo existe en los que están alrededor de esa gente; y la parte sensata de la ciudad y toda la provincia tiene su deferencia y absoluta decisión por el cumplimiento de la ley fundamental de la República, a excepción de uno que otro ciudadano que tiene su opinión por agregarse al Perú; pero éstos son muy pocos ... La grave opinión que tengo es que un miembro del Gobierno es de un espíritu exaltado, y que, siendo el caudillo de esa facción, tiene por su destino, los medios de mantenerla en Ja ciudad, propagando Ja desconfianza y la desunión. Este señor es el más fuerte embarazo que hallo para la adqui– sición de los recursos y transportes". V. O'Leary, Narraciones, t. II, pág. 149. El escritor ecuatoriano don Roberto Andrade, hablando de estos inci· dentes, afirma que º'Olmedo prefería al Perú; pero que, entonces, por no suscitar discordias intestinas, estaba por la autonomía siquiera fuese tran· sitoria". Verdad pura, a juzgar por las cartas del gran poeta, insertas en los Documentos del Archivo de San Martín, t. VII, pp. 433 y siguientes.

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