Historia de la emancipación del Perú: el protectorado

LA VIOLENCIA 199 adulador incienso quemado en aras del gran prócer; y viva, pal– pitante su ambición, como palpitante Y. viva la presión que, en todas partes y por todos los medios amistosos a su alcance, ha– bía empezado a ejercer; en verdad que Ja franca y decidida con– ducta de esos pocos inermes e impotentes miembros del Cabildo guayaquileño, prácticamente rebelados contra los anhelos y de cisiones del omnipotente Libertador, era altamen te levantada, no– bilísima y hasta heroica. ¿Sabían ellos a qué peligros y extremos podría llevarlos su independencia, digna de la más sincera admi– ración? ¿Erales acaso lícito esperar en la problemática protección de la escuadra del Perú, fondeada en la ría, cuyo vicealmirante, en el asunto, era y seguir.fa siendo una esfinge? (18). XI A medida que se intensificaban la sorpresa y Ja cólera de Llo– na, ocurría lo propio en el corazón de Bolíva r, a cuyo a lojamien– to corrían palaciegos, agentes y aduladores, con las nuevas per– tinentes a l rumbo de la discusión que efectuábase en el ayunta– tamiento. El Libertador, transformado pa ra este caso en conquis– tador resuelto a todo, no esperó ya sino la votación final para proceder. Y, en cuanto a Llona (visto el resultado surgente de su C'acareado cabildo extraordinario, que, tras los cálculos y prome– sas hechas a su corifeo, dejábale en situación tan ridícula a Jos ojos de éste) púsose en pie, airado y trémulo, para protestar, co· mo protestó a gritos, de esta manera. . . (preferimos, en ello, co– pia1· el acta correspondiente): "Oída la decisión y decreto de esta Excma. Municipalidad, exclamó el señor procurador general: primero, que el ayuntamien– to no podía ni debía desairar el voto e intenciones de los que sus– criben la representación, pues que, constituida con orgullo de los sentimientos públicos, que con tanta constancia y dignidad habían seguido dichos suscriptores, se merecían éstos toda consideración; segundo, que pronto, sin duda alguna, seguirían a los mismos [pe– ticionarios] algunas personas que estaban pro11tas a manifeSfaY sus sentimientos luego que vieran establecido el código de Colom– bia, que tanto favorecía y protegía la seguridad y prosperidad de (18) "La municipalidad se negó, por unanimidad, al pedido de Llona, obrando con un temple que en tales circunstancias no cabía esperar": P.F. de Cevallos, op. cit., t. III, pág. 412.

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