Historia de la emancipación del Perú: el protectorado

CAPITULO VII EL ENCUENTRO 1 Tiempo hacía que, pensando en buscar y realizar una entre· vista con el radiante Héroe del Norte, había el Protector del Perú acariciado esa ilus ión y convertídola en Ja más honda y grata de su elevado espíritu. Y en verdad que, además de resultar gran· dioso en sí mismo el espectáculo, nunca visto en el Continente, de un abrazo entre dos de sus más grandes próceres, y de la junción, bajo el sol y el ciclo de los Incas, de dos ejércitos que, como hu– racanes de victoria, aproximábanse de norte y sur a ese "campo único de batalla" que por entonces quedaba en nuestra América, el hecho habría constituido Ja alianza más potente, el núcleo más lCcio, vigoroso y eficaz, para, con el instantáneo golpe del rayo, con el hervor rasante de un océano que se extravasa, se hincha y se desploma, consumar, en un solo día de brega y de gloria, la enorme y ya fatigante empresa de la emancipación de todo un mundo. Desde el 19 de enero de 1822, en el decreto por el cual, des– prendiéndose de la dirección inmediata de los negocios públicos, delegó San Martín la potestad suprema en el marqués de Torre Tagle, aparece primera vez expresado en público aquel propósito, sólo realizado un semestre después. "Tiempo ha, dijo, que no me pertene;zco a mí mismo, sino a la causa del continente americano. Ella exigió que me encargase del ejercicio de la autoridad supre– ma, y me sometí con celo a este convencimiento. Hoy me llama a realizar un designio cuya contemplación halaga mis más caras es· peranzas: voy a encontrar en Guayaquil al Libertador de Colom– bia: los intereses generales de ambos Estados, la enérgica termi· nación de la guerra que sostenemos y la estabilidad del destino a que con rapidez se acerca la América - hacen nuestra entrevista

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