Historia de la emancipación del Perú: el protectorado

EL ENCUENTRO 221 protcstarle, y es que nada ansío tanto como ver al Libertador de Colombia y admirar de cerca al general Bolívar". Y terminaba: "Yo espero conseguirlo en breve" ... E l alma del Protector -ya lo dijimos otra vez (9)- desnuda de soberbia y de apetitos bastardos, creyendo, a pesar de s u ex– periencia, ver en las otras el espejo de Ja suya, acariciaba la es– peranza de entenderse fácilmente con su émulo de gloria y de patriotismo, y de obtener una solución justa de la diferencia te- 1 ritorial guayaquileña, acorde con los hechos y con los derechos del Perú. Ya que la misión Sa_laza r había llegado a Guayaquil tar– díamente y encontrado un ambiente muy distinto de que a su re– greso dejaran Guido y Luzuriaga, si no en la Junta misma de Gobierno, por lo menos en el pueblo, cuya opinión en buena parte habían soliviantado los agel.'ltcs y turiferarios de los generales Su– crc y Mires; creyó, sincera y noblemente, que todo tiempo sería oportuno y adecuado para una inteligencia con hombre tan excel– so como el padrn de Colombia ; y todo arreglo seguro, favorable, con vistas a la mancomunidad de ideales y de empresas que uno y otro alimentaban para b ien, honra y ventura de la América. VII El triunfo de Pichincha y la presencia del Libertador en Qui– to, hubieron de intensificar los deseos del Protector, con la ofer– ta que, inmediatamente después de su ingreso (16 de junio) en la capital de la antigua presidencia, hízole Bolívar, de coopera– ción y auxilios por parte de Colombia. Y, en efecto, cuando e l 17 de junio, o sea a l día siguiente de ese ingreso, apresurándose a manifestar " los tes timonios más sinceros de la gratitud con que el pueblo y gobierno colomb ia nos habían recibido a los beneméritos 1ibcrtadores del Perú, que, con sus armas vencedoras habían ido a prestar su poderoso a uxilio en la campaña que h abía libertado tres provincias· del sur de Colombia", Bolívar expresaba que aque l "tributo de gratitud no era un simple homenaje sin consecuen– cias, sino un vivo deseo de prestar los mismos y aún más fuertes auxilios al Perú, porque, terminada la guerra de Colombia, el ejército de esa nación estaba pronto a marchar dondequiera que sus hermanos lo llamaran, y muy particula rmente a la patria de (9) Págs. 158 y 159 del pte. vol.

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