Historia de la emancipación del Perú: el protectorado

224 GERMAN LEGUIA Y MARTINEZ del 22 de junio), en vez de facilitar la solución del nudo guaya– quileño, lo apretaba con más fuerza, intensificando la discordia, retando desenmascaradamente los derechos y las expectativas rJel Perú, suprimiendo la personalidad soberana de la provincia d is– putada, y haciendo cada vez más problemá tico un avenimiento pa· cífico. Guayaquil, decía el vencedor de Carabobo, no tenía derecl10 alguno para exigir de Colombia el privilegio de una incorporación "voluntaria"; el sufragio de "una pequeña provincia" no podía ni debía ser consultado jamás para constituir Ja soberanía nacional; y el gobierno de Colombia abrigaba Ja "resolución definitiva" d<' "no tolerar el espíritu de facción guayaquileño", ni "la espantosa anarquía" imperante en aquel territorio; y, en fin, hallábase deci– dido a "no permitir más tiempo la existencia anticonstitucional de la Junta de Gobierno" del Guayas, que era "un azote para Guayaquil, y no un órgano de su voluntad". Saltó San Martín ante tales conceptos, que significaban la vi– sión y aceptación, aun del odioso extremo de una ruptura; y, pues– to que el Libertador, al final de esa réplica desafiante y orgullo– sa, manifestaba "desear con mortal impaciencia la entrevista, y esperarla con tanta seguridad cuanto había sido ofrecida por S. E.'', puso de lado toda otra ocupación, y, renunciando a cuales– quiera moratorias y trepidaciones, determinó y preparó su par– tida para el día siguiente. Y así lo hizo. El 14, a l mediodía, se embarcó en el Callao, en la goleta de guerra Macedonia (11), acompañado de dos ede– canes, coronel graduado don Rufino Guido (hermano del general, Ministro de la Guerra) y teniente coronel efectivo don Simón So– yer (12); y el propio día, al caer de la tarde, dió velas con rumbo .: Guayaquil. (11) García Camba, como otros, dice erradamente que en la Motezuma: Memorias cits., vol 11, pág. 23; la Motezuma no era goleta de la escuadra del Perú, sino de la de Chile, donde se hallaba desde junio de 1822, como puede verse en las Memorias de Cochrane, quien, en la pág. 281 de aquéllas dice: "Puestos el Valdivia y el O'Higgins a disposición del comandante de marina para recorrerse, y el Lautaro para navío-almacén, no me quedó [diciembre de 1822] más que la goleta Motezuma, y abordo de ella enarbolé mi pa– bellón". (12) Francés, que, según García Camba, era "su secretario general": par– ticular quiso decir: (Memorias cits., vol II, pág. 23).

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