Historia de la emancipación del Perú: el protectorado
228 GERMAN LEGUIA Y MARTINEZ "Tan sensible me será que Ud. no venga hasta esta ciudad, como si fuéramos vencidos en muchas batallas. Pero no: Ud. no dejará burlada la ansia que tengo de estrechar, en el suelo de Co– lombia [¡] al primer amigo de mi corazón y de mi patria". "¿Cómo es posible que Ud. venga de tan lejos para dejarnos sin la posesión positiva, en Guayaquil, del hombre singular que todos anhelan conocer y, si es posible, tocar?". "¡No es posible, respetable amigo!" "Yo espero a Ud. y también iré a encontrarle, dondequiera que Ud. tenga la bondad de esperarme; pero s in desistir de que Ud. nos honre en esta ciudad. Pocas horas, como Ud. dice, son bastantes para tratar entre militares; pero no serán bastantes esas mismas pocas liaras para satisfacer la pasión de la amistad, que va a empezar a disfrutar de la diclw de conocer el objeto caro que amaba sólo por la opinión, sólo por la fama!". "Reitero a Ud. mis sentimientos más francos, con que soy de Vd. su más afectuoso apasionado servidor y amigo.- Bolívar" (14). XIII ¿Quién, al leer esta carta, atreveríase a afirmar que ella fuese contestacióñ a la escrita por San Martín el 13 de julio? Si todas sus frases se encaminan a lamentar el propósito, indudablemente expresado, de no acudir ya, por esta o por aquella causa, a la con– ferencia prometida, claro es que su significado literal y lógico desvanece ese último supuesto como absurdo, por contradictorio con la terminante promesa, formulada en la comunicación del 13, de salir con <).estino a Quito antes del 18 del mes aludido. Es lo positivo que S~n Martín pretendió infundir en Bolívar la seguridad de que la conferencia, en tantas ocasiones pedida y anunciada, quedaría esta vez postergada por su propia voluntad, y relegapa a la condición de insegura o tardía; juego con el cual esperó adormecer al Libertador y abandonarlo a las gratas y triunfales festividades de Quito; todo para luego embarcarse de sorpresa el 14, escribiendo antes la carta-anuncio de la víspera, a tin de no incidir totalmente en el cargo de mentira y deslealtad a que se hacía acreedor. El resto de aquel plan queda ya expues– to. Sólo que Bolívar, más cauto y diestro en estas cosas, y acos– tumbrado a meditarlas, preverlas y decidirlas aun en medio de (14) O'Leary, l. XXIX, pág. 251; y Larrazábal, vol. JI, págs. 152 y 153.
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